jueves, 4 de mayo de 2017

Pactos entre Dios y el Diablo

PACTOS ENTRE DIOS Y EL DIABLO

Qué le vamos a hacer. Soy así. El PNV y el PP firman un acuerdo presupuestario en dos fases, primero Gobierno Vasco y luego en Madrid, y a mí, me viene la imagen de esos seres mitológicos, el inmaculado y la estrella caída, sentados frente a frente firmando un acuerdo mercantil. Lo siento, no lo puedo evitar. Y es que no me negaran que lo que une el dinero (o las almas) no lo separa ni Dios.


Empecemos por el principio que es por donde empiezan todas las buenas historias. Tenemos a dos seres supremos que gobiernan desde el inicio de los tiempos en sus reinos. Dos seres que se presentan como antagónicos, pero a los que les une un deseo irrefrenable de poder. Que saben cultivar su imagen en misas y akelarres, pero que se reconocen como iguales lejos de las cámaras. El bondadoso, el que guía a su pueblo hacia la tierra prometida, frente al maligno oculto en el inframundo, entre azufre y fuego. La guerra eterna entre el bien y el mal.

Sin embargo, esa es la leyenda. La realidad es bien distinta y está escrita, sólo hay que saber leer entre líneas. Ambos son parte de un todo y se necesitan, lo saben, y lo explotan en su beneficio. La cultura del pacto también la crearon ellos dos. Según su libro sagrado ambos señores se disputan el control de las almas, como quién ansía acumular riqueza. Sin límites, con gula, todas para mí. Dios se queda con las puras, Satán con las corruptas e impías. En el reparto Satán sale perdiendo porque el primer acuerdo tiene trampa de cara a la galería, cualquier alma, por corrupta que sea, puede ser purificada en el último momento con el perdón, lo que hace que el mercado del Averno se reduzca a las muertes repentinas, y Satán no mata a nadie, se puede comprobar en la Biblia. De modo que, por la paz un Ave María, será Dios quien surta de almas al Diablo, desatando plagas, guerras en su nombre, diluvios… lo que sea para que el negocio no pare.

Así ya ven como es la vida, el que parte y reparte deja para sí la mejor parte. Seguidores de ambos lados seguirán yendo a escuchar sermones de vez en cuando, a grandes templos o campas con aeropuertos, para mantener el teatrillo. Seguirán captando adeptos para sus obras, con sus respectivos 3%. Ellos, mientras tanto, seguirán con su juego cruento, exigiendo sacrificar los cuerpos para que las almas se acumulen en pequeños paraísos del Caribe, Pacífico, en los Alpes, o bajo un peñón. Y quienes no comulguen con su verdad serán tachados de herejes, desposeídos, anulados, encarcelados.


Ayer fue el día mundial por la libertad de prensa, hoy la prensa libre nos vende en todos los diarios las bondades del pacto. El acuerdo está hasta en la sopa. Al igual que sus firmantes, el pacto se vuelve omnipresente, omnipotente y omnisciente. Bajo sus letras y números se esconde el mismo robo de siempre. ¿Pero qué voy a saber yo si siempre he sido un hereje?

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