martes, 26 de julio de 2016

Lección 23

DIOS Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA
            Tiene el título dos partes, a cada cual más grandilocuente, y yo, para variar, empezaré por la segunda por aquello de desconcertarte, o simplemente porque hoy me apetece hacerlo así.
            La responsabilidad social corporativa es una definición muchísimo más larga en su título que en su contenido, vacío en la mayor parte de las veces, pero sobre todo es una definición hipócrita en tanto pretende aunar responsabilidad y corporativa en un mismo concepto. No conozco, en mi deambular mundano, corporación alguna que haya asumido responsabilidad en alguna ocasión, salvo que hayan pasado algunas décadas, y tal asunción le permita lavar su imagen y vender más, como Bayer y su relación con el III Reich.
            La cuestión es de todo menos nueva. La historia está plagada de ejemplos de cómo las “corporaciones”, la “burguesía”, la “clase alta”, ponle el nombre que más te agrade, asume los éxitos y socializa los fracasos, o directamente carga la responsabilidad en un tercero para, cual Pilatos, poder lavarse las manos con tranquilidad. Es fácil conocer una construcción por el nombre del arquitecto, sin embargo, no lo olvides, el culpable del accidente de Angrois fue el maquinista del tren. La banca hispana era la más rentable del planeta, y todos conocíamos el nombre de sus grandes próceres pero cuando se descubrió el agujero, ninguno de ellos fue responsable y fuimos los demás quienes, de forma voluntariamente obligada,  la rescatamos con nuestros impuestos. Autopistas, Prestige, Proyecto Castor, Museo de las Ciencias de Calatrava en Valencia… y la lista sería eterna.
            Sin embargo, aquí entra la primera parte del título, todo lo anterior no es más que la traslación de una cultura generada alrededor de una mentalidad judeocristiana. Decía Voltaire que “si Dios no existe habría que inventarlo” y no le faltaba razón al ingenioso francés, y es que en este caso no cabe la paradoja del huevo y la gallina. Es el hombre el que crea a Dios a su imagen y semejanza, y modifica su imagen en función de la necesidad del momento. Y así es fácil darse cuenta de que las Corporaciones no hacen sino imitar a Dios, sus acciones no se alejan del dogma, al contrario, encajan como mano de doncella en guante de seda. Porque cualquier buen creyente sabe que ante una enfermedad grave, la oración y la plegaria conseguirán que el enfermo se cure, pero si muere, no olvidará nunca culpar al médico, a la cirujana, o al Sistema Sanitario en su conjunto. De ese modo será muy difícil encontrar el nombre de los 600 trabajadores que pusieron en pie el Puente de Brooklyn, omnipresente en la cinematografía yankee, ni el de los 27 que perdieron sus vidas en la construcción, pero bastará un par de clics para descubrir que su diseñador fue John Augustus Roebling. Y no lo olviden, para terminar, las grandes batallas se vencieron con el apoyo de Dios y se perdieron por la falta de pericia militar o incapacidad de los combatientes.
            Sea como fuere, Dios y las corporaciones jamás serán responsables de sus actos, porque sencillamente, ni el uno, ni las otras, ensucian sus manos con la sangre, el cemento o la acción, eso lo hacemos otros, quienes nunca veremos los beneficios pero que en muchos casos, en demasiados, dejaremos todo cuanto tenemos, la vida incluso, en sus Obras, y de ellas seremos responsables últimas. Y así, entre Dios y la Corporación, escriben la historia con la sangre de los nadie.

¿Alguien sabe quién construyó las pirámides de Egipto?
¿Acaso fueron los faraones los que arrastraron las piedras?
Y los enladrilladores de la gran muralla china
¿A dónde fueron aquella tarde en que se terminó?
Cuentan que boabdil lloró cuando entregó granada.
¿Pensáis acaso que esa noche solo él lloró?
Y colón ¿viajó sin cocinero al nuevo mundo?
¿Quién apretó todos los tornillos de la torre Eiffel?
Una victoria en cada página, pero ¿sobre quién?
Una revolución en cada siglo, y ¿con quién?
Mil avances de la ciencia, pero ¿para quién?

Una historia escrita con sangre, la sangre ¿de quién?


viernes, 22 de julio de 2016

Pesca con dinamita

PESCA CON DINAMITA

            A finales de los 50 Franco desecó “a Lagoa de Antela” a cuyos márgenes, ya imaginarios, creé gran parte de mis recuerdos de infancia. Las heridas surcadas en la tierra con forma de canales, anhelo humano desde la presencia romana en Galaecia, tuvo tres efectos principales; el primero fue acabar con las leyendas que la habitaban, y así, la historia de la antigua Antioquia asolada por adorar al Gallo y cubierta por las aguas, y de la que podía verse el campanario cuando las aguas bajaban en verano, dejó de tener sentido al descubrirse que, aquello que imaginaba mi bisabuela como la cúspide de la espadaña, no era sino un menhir que ahora dormita junto a una pista parcelaria reconvertida en carretera. El segundo fue sin duda el objeto de tal obra de ingeniería que pondría fin a una de las lagunas más extensas de la Península Ibérica, lograr recuperar para el cultivo centenares de Hectáreas altamente productivas por la acumulación de sedimentos desde el Terciario, en una región montañosa y sembrada de piedras de las que no se comen. Y el tercero, seguramente puesto en duda por los mismos que dudan de que el Fracking contamine el agua, o la Tierra se esté recalentando, es una sequía perenne que está agotando los acuíferos de todo el valle, así, en apenas 30 años mis recuerdos de infante recorriendo caminos anegados en pleno agosto, con fuentes que manaban del suelo cada 500 metros, hoy son sólo eso, recuerdos.
            La desecación cambió el paisaje, y creó campos extensos de cereal y patata donde antes no había sino agua. Y llegaron las cooperativas agrícolas. Y la economía de la zona pasó de ser economía de miseria, que condenó a buena parte de sus gentes a emigrar, a ser economía de subsistencia. No eran buenas tierras las colindantes a la Lagoa y el minifundio galego no ayudaba. Siempre recordaré con cariño el “terruño”, que cubría una sábana, de mi abuela, con su castaño cuyo fruto caía en terrenos ajenos pues no había tierra propia rodeando sus raíces.  Economía de subsistencia que se vio nuevamente truncada en los 80, cuando las cuotas lácteas de UE obligaron a los paisanos a matar sus vacas, las que tiraban del arado y movían los carros, y también la reconversión industrial, la modernidad que acababa con las “canteras de andar por casa”, esas que se limitaban a explotar “os penedos”, grandes rocas graníticas en superficie y de las que se nutrían las viviendas desde tiempo de los romanos, sin horadar la montaña y hacer cicatrices en su corteza. Canteras pequeñas, sin ínfulas, que eran el segundo ingreso de los paisanos que serían “reconvertidos” en bomberos auxiliares cuando los incendios se convirtieron en patrimonio del verano en la Galiza moderna. Canteras pequeñas, diseminadas, que diseminaban a su vez la dinamita, de manera que no era difícil conocer quien guardara una caja de explosivos en su cuadra, bajo el dormitorio. Así recuerdo yo mi primer contacto con la Benemérita, cuando muertas las vacas la cuadra era un sinsentido y mi padre convirtió la de mi abuela en un txoko típico de la tierra que lo adoptó, y al retirar los “toxos” que hacían de lecho para el ganado descubrió varias cajas repletas de TNT inservibles tras décadas de letargo bajo el cuerpo de un astado y llamó al cuartelillo para que las retiraran.
            De aquella época también es mi recuerdo de la “pesca con dinamita”, esas matinales domingueras en las que varios parroquianos quedaban de madrugada, antes del alba, y vestidos de camuflaje bajaban hasta el río Limia con uno pocos cartuchos de los “olvidados”. Detonaban sus cargas en superficie y en segundos decenas de peces yacían panza arriba sobre el caudal. Raudos, recogían sus trofeos y abandonaban la zona, almuerzo y regreso a comer lo “pescado”.

            Y hoy me sorprendo con estos recuerdos, y todo por leer esta noticia;En Florida, un seísmo de 3´7º es provocado por una explosión de armamento experimental de la Armada Yankee, y me imagino los millones de habitantes marinos que terminarían panza arriba tras la misma. Y entonces recapitulo y pienso cuánta capacidad tenemos los seres humanos para terminar con nosotros mismos. Y tiemblo, y me refugio en mis recuerdos. Y no quiero ni pensar qué experimentaban, ni quiero imaginar cual es el poder devastador de esa bomba experimentada, ni quiero… sólo me gustaría volver “a Lagoa”, saltar de piedra en piedra mientras correteo por caminos embarrados, esquivando las bostas del ganado, y llegar cansado y somnoliento para descansar hasta que el sonido chirriante de las ruedas de los carros me despertaran. 

lunes, 18 de julio de 2016

80 años y un día

80 AÑOS Y UN DÍA
           

             "¡Españoles! A cuantos sentís el santo nombre de España, a los que en las filas del Ejército y la Armada habéis hecho profesión de fe en el servicio de la patria, a cuantos jurasteis defenderla de sus enemigos hasta perder la vida, la nación os llama a su defensa…”

            De esta forma empezaba el comunicado con el cual el General sublevado Francisco Franco Bahamonde explicaba desde Tetuán sus razones para el Golpe de Estado que sería frustrado por la clase trabajadora en muchas zonas de la Península. 18 de Julio de 1936, día de la infamia. 80 años y nos dicen que las cosas han cambiado, y así debe ser. 80 años dan para mucho, y mientras los niños y niñas de entonces en estas fechas estarían segando, lomo agachado para que el trigo lo moliera la muela del Señor, ahora buscan Pokemons con sus móviles, o buscan comida en los contenedores. Mucho ha cambiado el mundo. La Democracia ha avanzado tanto que los Golpes de Estado de antes ya no llevan largos comunicados en papel, o por la radio, basta con un mensaje en las redes como ha demostrado Erdogan. Todo cambia para que todo siga igual.

            Y ha sido en Turkia dónde, queriendo o sin querer, se ha homenajeado por sus pares al bajito del Ferrol y su camarilla. Porque en 80 años todo ha cambiado y sin embargo todo se parece tanto. Y es que cuando el Sistema se tambalea vuelven los mismos puntales a sujetarlo. Quizás cambien las banderas, aunque también se parezcan tanto las del batallón Azov con algunas pretéritas. Salen como setas los Golpes en estos días. Golpes Militares, de Estado, de falsa bandera como en Turkia, vía decreto, por terror y Estados de Excepción. Y 80 años después todo ha cambiado pero todo se parece tanto. Y los estados hacen sus apuestas y se posicionan al lado que más calienta según los intereses de cada cual, y si Hitler y Mussolini apostaron en su día por los alzados, hoy Rusia, EEUU, Francia o España hacen sus apuestas en Ucrania, Siria, Libia o Turkia.


            Esto último es de obligada comprensión si alguien quiere entender el porqué de las cosas. El porqué derrotado el Nazismo y el Fascismo en Europa al Nacional-catolicismo español se le permitió continuar con sus políticas de represión, asesinatos y cunetas, se le permitió dejarlo atado y bien atado para otros cuarenta años de “democracia”. Hace 80 años y un día, ese día que permite alargar eternamente una condena a todo un pueblo.   

jueves, 14 de julio de 2016

No vuelvo a beber (ni a viajar a Guasintón)

NO VUELVO A BEBER (NI A VIAJAR A GUASINTÓN)

            Siempre, al terminar un nuevo post, me juro y perjuro que no escribiré el siguiente, en el convencimiento de que cada vez que escribo me acerco un poco más al abismo de la soledad del crítico. Lo hago convencido, tan convencido como cualquier día de resaca  que, tumbado en el sofá, con la cabeza a punto de estallar, recuerdo entre lagunas etílicas los bochornosos momentos de la noche anterior y me digo que nunca volveré a beber.
            Así, entre juramentos, reflexiono y pienso que mi vida es una suerte de bandazos y promesas de no repetición que se repiten una y otra vez. Llego a la conclusión de que sí, que Rosa Luxemburgo tenía razón; “El que no se mueve no siente sus cadenas” pero me pregunto si no será más feliz en su quietud. Sin decepciones, sin fracasos, porque aceptar ser parte del rebaño parece que mantiene felices a los borregos, al menos hasta que llegue la reunión de pastores. Porque la militancia es cansada. Porque me duele la cabeza esta mañana y el muro sigue ahí, de pie, firme, retándome, sin haberse movido un milímetro de sus cimientos. Porque lo peor es que los lemas del muro ya los conozco, y no los ha escrito “el enemigo”, y me siento soldado bajo fuego amigo. Que parecemos a veces daños colaterales. Y me juro que hoy sólo leeré el Marca. Y aquí estoy, escribiendo un nuevo post.
            “La mujer del César no sólo debe ser decente sino parecerlo” pero está claro que la decencia también va por barrios e interpretaciones. Lo que hoy no tragarías mañana te lo servirán en cubiertos dorados. Y así, sin darte cuenta, o comprendiéndolo, que suele ser norma, giras o te giran, y tu cabeza vuelve a golpear el muro. –Lo dejo, vuelvo a leer el Marca-  y “la vida es eso que pasa mientras hacemos planes” para cambiarla. Entonces te mueves, buscas una nueva ubicación, y parece que estás cómodo, que avanzas, que todo va en la dirección indicada, que, aunque con pequeñas desavenencias, el objetivo se acerca, y vuelves a ser un yonqui, y viajas, vuelas, sueñas, y despiertas y vuelves al punto de partida.

            Pero sigues en pie. Y hoy me levanto dispuesto a emular a Neruda y escribir una Oda contra el Imperio, incluso pongo en Spotify la Marcha Imperial de Star Wars para inspirarme, y descubro con horror que viajamos a Guasintón. Que hay que tener amigos en el infierno. Y todo es normal pero me pierdo. Y vuelvo a mirar el muro. Parece más alto que ayer. Miro el suelo buscando mis pies y no los veo. No me duele nada, y caigo en la cuenta de que estoy arrodillado, y siento que mi pelo blanquea, pero no son canas, es como si se estuviese convirtiendo en lana. Y de repente aquí estoy de nuevo, terminando de escribir este post, jurándome que será el último, y mañana volveré a prometerme que no volveré a beber, y que yo nunca viajaré a Guasintón.   

martes, 12 de julio de 2016

El banquillo de César

EL BANQUILLO DE CESAR

            Mientras desayuno leo mi horóscopo sin atragantarme. Dice no sé qué sobre que tenga cuidado con mi vida pública y me pregunto sin querer dónde quedó la privacidad desde el nacimiento de las redes sociales. ¿Dónde dejamos el celo por nuestra privacidad cuando colgamos fotos desde nuestro propio baño a diario? Vida pública-vida privada, la línea que las separa es tan delgada en la actualidad que casi es absurdo intentar hacer una delimitación. Realmente, sin ser un hacker fogueado, cualquier persona con unas simples búsquedas en google puede encontrar situaciones socialmente comprometidas de cualquier otra. Así es nuestra vida en éste Gran Hermano.
            A todo esto hay que añadir que los barrotes, antes dorados y ahora llenos de herrumbre, empiezan a quedar al descubierto. Pasados los efectos alucinógenos que produjo el espejismo especulativo de finales de los 90 que finalizó de forma brusca en 2007, el Estado, los Estados se muestran celosos de su control social al servicio del Capital. Las medidas de represión se endurecen sazonadas con miedo. Receta tan antigua como la sociedad. Un grupo asustado se somete de mejor grado al control y la represión. Terror, bombas, asesinatos, enfermedades, todo vale. Cuanto mayor sea el miedo inoculado mayor será la aceptación social a las medidas de control. Y ya tenemos el cocktail perfecto.
            Ha crecido el control del Estado sobre nuestras vidas al mismo tiempo que nosotras dejamos nuestras vidas desnudas en la red, expuestas, sin temor. 2+2=4. Adicionemos a la ecuación un Gobierno protofascista y nacionalcatólico y tendrán la “España es Idiota” de los Def con Dos. No nos sorprendamos pues de que día sí y día también, el Estado se empeñe en demostrarnos que nos persigue ideológicamente a través de las redes sociales. Lo sabíamos incluso cuando éstas no existían y se descubrían micrófonos en tabernas, o cuando algunos tenían que quitar la batería de sus móviles antes de entrar en una reunión. Lo sabíamos y pensábamos que no nos hacían caso, cuando la realidad es que son muchos, más de 8 millones, los que aplauden esas prácticas, tal y como hemos podido comprobar cuando se han descubierto las conversaciones del Ministro del Interior y su Ángel de la Guarda.
            Hoy vuelven a humear las “redes” porque la Audiencia Nacional, sí, la heredera del TOP franquista, juzga a César Strawberry por enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas, pero humean siempre del mismo lado, del reprimido, mientras más de 8 millones aplauden con las orejas. Aplauden operaciones araña que condenan a jóvenes a más de dos años de cárcel por un tweet mientras los ladrones siguen apareciendo en listas electorales. Persiguen a quienes critican a los toreros. Persiguen a quien disiente en la red, mientras aguantamos amenazas de los suyos a todas horas. Pero esa es la sociedad que tenemos, y entre los que no se la creen, los que callan y los que prefieren la comodidad del esclavo, 8 millones son más que 39, y vuelve a resonar en mi cabeza, por enésima vez en pocos meses, las palabras de Castelao; “Para que alguna vez Hespaña sea roja, laica y republicana tendrá que estar rota”.

            Hoy César Strawberry está en el banquillo, pero tranquilos, el campo ya está saturado de titulares llenando cárceles de presos políticos que no existen. Ya lo decía Francisco F cuando describía a los Maquis como bandoleros y ladrones. España siempre ha sido una tumba de gran placidez.

miércoles, 6 de julio de 2016

Es el momento de los pueblos?

¿ES EL MOMENTO DE LOS PUEBLOS?

            Que el ser humano es un animal social no creo que lo ponga en duda nadie. El individuo en soledad no garantiza su supervivencia y por tanto necesita de lo colectivo para sobrevivir, por ello son aún más absurdas las teorías económicas individualistas imperantes, sobre todo si tenemos en cuenta que el dinero no se come, y calienta más bien poco. Esta realidad, la de la manada reconvertida en sociedad para diferenciarnos del resto de animales, sigue marcando el desarrollo del ser humano. De manera que, a veces, es más sencillo entender algunas reacciones humanas si nos alejamos de la complejidad moderna y las pensamos en términos mucho más intuitivos, mucho más primitivos, mucho más instintivos.
            De un tiempo a esta parte, para zozobra del neoliberalismo imperante y del unionismo radical español, los sentimientos nacionalistas, secesionistas, soberanistas… etc, están aumentando a marchas forzadas en el corazón de Europa. Diversas son sus credenciales, sus ideologías, y sus raíces, desde el movimiento más identitario y sectario de la ultraderecha ideológica que avanza cual mancha de aceite;  hasta los movimientos más enraizados en el pueblo, en lo común, como podría ser ejemplo buena parte del movimiento independentista catalán con las CUP como mejor ejemplo de ese sentimiento arraigado y plural. Aunque las consecuencias de este crecimiento aún no se han visto reflejado en el nacimiento de nuevos estados, el BREXIT y el referéndum escoces son buena muestra de ello. No es difícil encontrar menciones a la “espiral nacionalista” en los diferentes análisis que se han realizado a raíz del abandono británico de la UE. Pero lo que parecen querernos vender como una nueva tormenta de verano, que surge de la nada, no es más que una reacción lógica de autodefensa social.
            Como decía, el ser humano, como ser social recurre a la seguridad de la “manada” cuando se ve en peligro. Es una reacción instintiva. Familia, amigos, la tribu en definitiva. La primavera, el aumento de los pastos, del alimento, facilita la colonización de nuevas tierras, nuevos proyectos, pero cuando el invierno se acerca y los ataques de los depredadores bajan de las montañas con las primeras nevadas y  se hacen más y más constantes la manada se replegará sobre sí misma, buscando la seguridad de lo conocido, del grupo.

            Esa misma lectura puede hacerse del comportamiento humano. Mientras cuando la economía crecía, el individualismo, los proyectos fuera del grupo, el abandono de las causas comunes se hacían norma, sin que nadie, o pocos, fueran conscientes de peligro alguno. La llegada de la crisis y los ataques constantes que estamos sufriendo por parte de los grandes depredadores, los especuladores, las multinacionales, los poderes económicos, nos están haciendo ver que no podemos sobrevivir en soledad, que las grandes instituciones alejadas del pueblo no pueden dar respuesta a nuestra necesidad de control, de seguridad, de futuro, y volvemos a lo nuestro, a lo cercano, a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestras vecinas. Lo llamarán espiral nacionalista, pero no es sino un regreso a la manada, y los lobos tiemblan. Porque a los lobos les da miedo la soberanía popular, les da miedo perder el control, y saben que es más fácil controlarnos desde instituciones lejanas, ajenas al día a día que tener que hacer frente a centenares de pueblos soberanos. Cómo escribí recientemente; ¡Abajo el Estado! Pero si tengo que elegir, mejor cientos pequeños que uno solo, todopoderoso y alejado de todo control.