martes, 20 de octubre de 2015

No soy feminista

NO SOY FEMINISTA

            Hoy voy a confesar que no soy feminista, y no lo soy por el mismo motivo que un blanco de clase alta del Upper East Side Newyorkino no podrá ser nunca un negro de Brooklin, por mucho que escuche rap, vista como un gangsta, y se manifieste en favor de la igualdad racial mientras disfruta de los privilegios de ser la clase la dominante en una de las mayores urbes del planeta. Es lo que tiene vivir en el lado de la tostada que siempre cae hacia arriba. Y es muy importante ser consciente de ello, porque todo lo demás es pose.

            Nunca me he considerado una persona dogmática, defiendo el derecho de todas las personas a equivocarse, a tener incoherencias, sin embargo, tan importante como tener principios, tener conciencia, o estar dispuesto a la lucha, es ser conscientes de esas incoherencias y ahí se incluyen los privilegios de clase, sean estos económicos, raciales o de género. No reconocer estos “errores” nos llevará irremediablemente a cometer otros peores.

            No soy feminista, pero esto no quiere decir que no crea en el feminismo. A día de hoy el feminismo es sin duda una de las corrientes ideológicas que más ha desarrollado su discurso, sino la más, pero lo seguro es que el feminismo es el único movimiento político que realmente desarrolla todo su discurso desde el concepto más básico, la vida y eso hace que irremediablemente choque con un Sistema patriarcal, capitalista, desarrollista, y militarista. Es sin duda el cuestionamiento total de un Sistema que nos anula como seres humanos y como sociedad para convertirnos en engranajes de una maquinaria pensada para el lucro y el control por una minoría. Un Sistema del que somos parte y sustento, también quienes decimos combatirlo, y al cual no haremos frente si no somos conscientes de ello.

            Esa es la gran virtud del feminismo, desde la idea radical de que las mujeres son personas, y el concepto revolucionario de que la vida es el centro de todo, se ponen en cuestión la practica totalidad de los sistemas de opresión, y por supuesto, tiene errores, y tiene incoherencias, y tiene, tiene vida y no seré yo quien ponga la mirada en el dedo cuando lo importante es la luna que nos señalan.

            Y lo sigo reconociendo, no soy feminista, y por eso me niego a que me den lecciones de feminismo esos hombres megainteligentes que defienden cómo algo lógico que cobre más un ingeniero industrial que trabaja mejorando armamento en una multinacional que luego será utilizado para destruir vida que una mujer extranjera explotada en el mercado laboral sumergido limpiando casas, cuidando de sus hijos y los hijos del ingeniero, del padre del ingeniero, solo porque para nuestras mentes estrechas cuidar, ser cuidado es algo que nace del amor, de la bondad y no requiere ser valorado, no al menos en la misma condición.

                 También me tienen hartito esos a los que se les llenan sus perfiles en redes sociales de hoces y martillos, y hablan no se qué de que las reivindicaciones proletarias, que si el feminismo burgués, que si... Y te dan clases magistrales de Lenin, de Marx y hasta de Bakunin si fuera menester. Hablan de apoderarse de los medios de producción, pero no hablan, faltaría más, de acabar con determinados medios de producción, de eliminar las cadenas, también las cadenas productivas que nos alienan, y por supuesto, y aunque no lo reconozcan, jamás valorarán igual un buzo que una cofia.


            ¡Y hay tantos ejemplos!. Y que fácil es pensar que tener algo más de sensibilidad en un tema ya nos da el marchamo necesario para presentarnos como adalides de algo. Que fácil resulta para John Smith viviendo en su loft de Upper East Side fardar ante sus xenófobos amigos de su lucha incansable por los derechos de los afroamericanos del Bronx mientras la empresa en la que trabaja saquea el Coltán africano amparados en mercenarios, y armamento de los buenos hombres blancos. Por eso y por mucho más no soy feminista pero sé que la revolución será feminista o no será.

jueves, 15 de octubre de 2015

La casa del presidente

LA CASA DEL PRESIDENTE

            Una casa no siempre es un hogar, ni un hogar tiene por qué ser una casa. He visto hogares hechos de cartones y uralita, de esas fabricadas con amianto, y he estado en casas sin vida, vacías, construidas para el negocio, casas tristes con brillantes suelos y preciosas cortinas. Y aunque tendamos a confundir términos, todos buscamos un hogar, una vida, un recuerdo, un forjar un camino, aunque terminemos muchas veces, demasiadas veces, sin paredes y techo que nos cobijen. Pero una casa no siempre es un hogar, por muy suntuosas que sean sus paredes, por muy exageradas que sean sus medidas, por mucho que podamos llamarle Palacio de los Ajuria o Ajuria Enea.

            Me escandaliza, y no os imagináis cuanto, la frivolidad, la trivialidad con que dejamos fluir la vida, obviando lo importante por incómodo y destacando lo fútil cómo si de ello dependiera nuestra vida. Matar o morir por nuestro equipo, apartar la cara al caminar y ver la pobreza sentada en nuestras calles. Atacar al pobre, venerar al rico. Dócil y servil con el poder, combativos con quien tenemos bajo nuestro zapato. Observar el árbol mientras talan todo el bosque a nuestra espalda. Y así envejecemos y abonamos las piedras que heredaran nuestros nietos.

            Por supuesto quienes nos gobiernan, quienes nos dirigen como rebaño, no son desconocedores de esa realidad, Panem et Circenses, fútbol e intrascendencia. Y así nos enredan, de modo que el mismo día que en una de las instituciones políticas de Araba se debatía cómo solucionar el drama humano de los desahucios el Partido Popular alavés alimentaba la controversia por el deseo del Lehendakari de no habitar el Palacio vitoriano y entonces leemos El Correo, y otros medios informativos y vemos que mientras el primer debate apenas ocupa una columna gris, el segundo, se lleva dos páginas a todo color con inmensa foto de cabecera. Moción mediante, la polémica está servida y seguramente se convierta en caluroso debate de barra, alavesísmo provinciano, y absurdeces varias que cientos de cuñados se ocuparán de vendernos como tema central para Araba y Gasteiz.

            Digamos que a mí me da igual donde viva el presidente de los USA, de Reino Unido, de España o de la CAV, que me importa mucho más convertir el cartón y la uralita en edificios habitables, que nadie deba vivir en la calle, que nadie se quede fuera de la sociedad. Digamos que creo incluso que sería conveniente que quien dirige algo viva en un hogar, junto a los suyos, junto al resto de la sociedad, porque si ya de por sí el poder se aleja de la calle no entiendo que de positivo puede tener que un gobernante gobierne desde un atril, desde un templo que hay que adorar.  Que ya han existido reyes y gobiernos itinerantes, y que al pueblo no le ha ido mejor ni peor, simplemente mal como siempre pero, “Hortxe duzu fandangoa geure gustukoa”

“No es saludable estar bien adaptado a una sociedad enferma”

Krishnamurti Sabias

martes, 13 de octubre de 2015

¿Con quién estaba Diputación?

¿CON QUIÉN ESTABA DIPUTACIÓN?

         Escribo esto desde la más absoluta indignación y desde la frustración de quien no entiende cómo una institución pública ha podido actuar con tal dejadez de sus funciones y ha permitido que la Administración Concursal de CEGASA haya dejado a 275 familias alavesas en la calle y sin una mísera indemnización. Puede ser que el número de personas despedida no sea relevante dentro de sus estadísticas globales, esas que hablan de recuperaciones milagrosas y de luces al final del túnel, o puede que tenga algo que ver que el Sr Juan Celaya es uno de esos empresarios modelo de los que en su obituario todo el mundo recordará que se hizo a si mismo, desde cero, pero lo cierto es que esas 275 familias se van al paro sin que Diputación halla mostrado el más mínimo interés por evitarlo.

            Habrá quien, quizás con buena parte de razón, argumente que otras situaciones similares ya se han vivido con anterioridad y que el resultado ha sido el mismo, sin embargo, el caso de CEGASA tiene una particularidad, Diputación era uno de los mayores acreedores y por tanto suya era la responsabilidad de ejercer de Administrador Concursal, pero haciendo dejación de responsabilidades propuso que la firma ATTEST se hiciese cargo de sus labores. Empresa que en apenas un año había contratado con Diputación varios trabajos por un montante de más de 200.000€ y Diputación le hizo además este regalo, porque en vista de los resultados el regalo es considerable ya que además cobrará por haber dejado a estas 275 familias en la calle unas cifras nada desdeñables con cargo al patrimonio de la masa, o sea, del cierre de la empresa.

            De esta forma, la Diputación de Araba se lavó las manos cual Herodes, miró a otro lado y permitió que esta empresa gestionase la disolución de CEGASA. A pregunta de este procurador, el entonces Diputado General alegó que la Diputación no tenía personal cualificado para una tarea tan compleja, y puede ser cierto, pero dudo que un banco ceda la Administración Concursal sin hacer un seguimiento de la misma, sin embargo, eso es lo que ha hecho la Diputación Foral y el resultado ya es por todos conocido. Pero aún es más sangrante cuando un informe de la Inspección de Trabajo fechado el 16 de julio tacha todo el proceso de una concatenación de actuaciones de mala fe por parte de ATTEST. ¿Y Diputación? Callada y mirando para otro lado.

            En el pleno del 7 de octubre volví a preguntar al Diputado General, en este caso al flamante nuevo Diputado General y la respuesta volvió a ser que Diputación no podía hacer nada, sin embargo, resultó curioso que, si bien contra la actuación de la empresa ATTEST con la plantilla todo eran impedimentos, resulta que Diputación si ha interpuesto reclamación por parte de la deuda al entender que la Administración Concursal no ha defendido los intereses de la Diputación como acreedora. Miren por donde, cuando se trata de defender €uros sí se pueden hacer cosas, los trabajadores... para esos todo vale, incluso mentirles en su cara diciendo que no han pedido reunión oficial, y concediéndoles audiencia 18 días después de que el despido haya sido hecho efectivo por un tribunal.


            Vergüenza, rabia e indignación, ¿Sólo? No, sólo no, pero esto es lo máximo que puedo escribir sin miedo a una visita nada deseada.