viernes, 7 de diciembre de 2018

Democracia burguesa, dictadura del hambre


DEMOCRACIA BURGUESA, DICTADURA DEL HAMBRE

Os prometo que no quería seguir hablando de las elecciones en Andalucía, y en cierta manera no lo voy a hacer, pero sí que voy a utilizar los resultados de esas elecciones para abrir otro debate.

La irrupción de VOX con 12 escaños ha provocado cientos, miles de análisis mucho más sesudos que los míos, seguro. En la mayoría de esos análisis se coincide en hablar de la importancia que ha tenido la abstención en el resultado final. Sin embargo, es difícil, casi imposible encontrar un análisis sobre el porqué de esa abstención, y para mí, ahí reside una de las claves fundamentales de la victoria de la derecha en este sistema democrático.

Dicen que creció la abstención casi un 6%, pero nadie dice que apenas creció esa abstención entre los más pobres. No, ahí se ha mantenido estable entre el 60 y el 81% de abstencionistas. Apenas 2 de cada 10 personas de las zonas más deprimidas pasaron por las urnas. Esto no es nuevo, es una realidad. Los pobres no votan. Tampoco se politizan, ni sindican. Tienen otras prioridades más perentorias. Buscar comida y sustento para mañana, frente a promesas a futuro que ni siquiera les rozarán. Muy interesante este artículo Y tampoco está de más echarle un vistazo a los informes que anualmente realiza FOESSA.

Estos datos deberían servirnos para percatarnos de que esta democracia es una democracia excluyente. No hace falta excluir legalmente a los esclavos, o a las mujeres vía decreto, simplemente se les excluye de la sociedad. La base de una verdadera democracia universal pasa irremediablemente por que sea una democracia de hombres y mujeres libres, pero nadie es libre si vive preso por la necesidad. Por tanto la primera labor democrática debiera ser liberar a los esclavos del siglo XXI.

Esta última afirmación lógicamente no interesa a la burguesía, a la derecha, pero ¿Y a la izquierda? Pues a veces pareciera que tampoco. Mucho se habla de si las diversidades están terminando con la lucha de clases, o la lucha de clases busca eclipsar a las diversidades, pero lo cierto es que ninguno aborda la situación de ese 20-25% de la población que vive en la exclusión o en riesgo de caer en ella. Seguimos anclados en una visión social (desde la izquierda) en cuya base se encuentra la Clase Trabajadora, pero obviamos que ese 20-25% no se ve representada por esa Clase. La mayoría de esas personas o no tiene trabajo, o sólo alcanza a trabajos desregularizados, temporales e hiperprecarizados.

Es esa población la que se queda en la abstención, no se politiza, no se sindica, ni se organiza políticamente porque, como ya he dicho, tienen otras urgencias vitales más perentorias. Esas personas no requieren, ni exigen grandes ideales, ni grandes proyectos, su urgencia es liberarse de la dictadura de la pobreza en la que viven.
En los años 80 en Euskadi sí se abordó ese debate, y se buscó una salida que finalmente se materializó en la Renta de Garantía de Ingresos, hoy tan puesta en cuestión por la derecha más reaccionaria. Y sí, fue un gran avance. La RGI ha supuesto que en Euskadi la pobreza cronificada sea casi 10 puntos inferior al resto del Estado, y sí, eso también tiene relación con que en Euskadi se den históricamente las menores tasas de abstención, y sea una de las sociedades más politizadas del Estado. (Sí, también hay otros factores) Pero la RGI tiene un efecto limitado, y es necesario avanzar. ¿Hacia dónde? Hacia una Renta Básica de Ciudadanía que garantice unos mínimos de dignidad para todas y cada una de las personas. Una renta básica que elimine los grilletes a ese 20-25% de la sociedad y les permita integrarse en la vida común.

Pero la izquierda no enarbola esa bandera. Vértigo, miedo, tener demasiado asimilado el discurso del mérito de la derecha, todo lo anterior. Ese tan cacareado miedo a “crear vagos” y que esconde un clasismo intrínseco. De modo que, ¿qué hacemos desde la izquierda? Obviar a ese 20-25% de la población y centrarnos, en el mejor de los casos, en la clase trabajadora acomodada. En quienes tienen un trabajo más o menos estable, en quienes volcamos nuestros esfuerzos  para defender sus condiciones, en una lucha muy desigual, ya que este sector poblacional mengua, y la falsa sensación de clase media que la derecha ha inoculado durante años le permite (a esa derecha) combatir por la hegemonía social. Y ante ese problema, la dificultad de la izquierda para lograr una hegemonía social con la clase trabajadora, se opta desde esa misma izquierda por suavizar sus demandas históricas para competir en el caladero de la derecha, pequeña burguesía y clases medias funcionariales. Sin embargo, la clave de la izquierda, aunque lo olvidemos con demasiada facilidad, está en los desheredados, en los parias, en ese 20-25% que abandonamos.

lunes, 3 de diciembre de 2018

VOX y la batalla de Zama


VOX Y LA BATALLA DE ZAMA

La batalla de Zama puso fin a la segunda guerra Púnica entre Roma y Cartago. En aquella ocasión Escipión, general de las tropas romanas, amagó con la retirada  de manera que las tropas cartaginenses, creyendo en su victoria, salieron a la captura de la presa en retirada sin percatarse de que dejaban desguarnecida su propia retaguardia por dónde el general romano atacó sin cuartel. Anibal huyó con el rabo entre las piernas. De vencedor a vencido.
Algo así, y permítanme la licencia, está sucediendo con la política hispana en los últimos años. Algo así explica los resultados de las elecciones andaluzas y el crecimiento de VOX. Érase una batalla que empezaba, éranse unos cazadores que vendían pieles de osos antes incluso de saber si estaban, érase una derrota prevista.
La crisis trajo lo nunca visto en Hispania, la derecha se fragmentaba. Al PP le salía un hijo algo escorado a la derecha al que le gustaba jugar al despiste, C´s. La izquierda, o las pseudoizquierdas, o lo que usted desee, se frotó las manos. A la izquierda del PSOE nació algo nuevo, a medio camino de la Izquierda (des)Unida, con la que pronto hizo migas. En los primeros escarceos, izquierda y derecha se miraron, contemplaron sus fuerzas, y los segundos ganaron terreno, los primeros retrocedían tímidamente. Campanas al vuelo, el sorpasso, la sorpresa en la Condomina. Pero no. Eso sí, el suficiente avance para que la derecha se pusiera aún más nerviosa.
A la derecha de la derecha, agazapado esperaba un desahuciado del PP. Abascal, esperaba con paciencia su momento, y ese ha llegado. Eran dos, ya son tres, solo falta Blas Piñar.
La derecha parecía en retirada hacia … la ultraderecha y la izquierda entro al trapo, al cortoplacismo. En lugar de seguir su plan de batalla (ya dudoso por otra parte) se lanzan a cabalgar hacia el espacio que la derecha deja descubierto. No somos tan comunistas. No somos tan socialistas. ¡Eh, español de derecha moderado, puede votarnos! Y las huestes del PSOE y de Podemos se lanzan a tomar la colina, no miran la retaguardia, no miran a sus bases. No hace falta. ¡A mí la legión, que los arrollo!
Y entonces llegaron las elecciones andaluzas. Y no, detrás de los líderes no había nadie. Se quedaron en casa. No iban a morir por algo en lo que no creían, y, ¡oh, sorpresa!, la derecha desunida sigue sumando lo mismo que unida, incluso más. Además, al contrario de lo que ocurre con las diversas izquierdas, en la derecha no hacen ascos a sus pares por quítame aquí esos pelos.
VOX entra en el Parlamento Andaluz. Parece que la derrota fuera completa. Lo será si no cogemos el otro extremo de la cuerda. Es física básica. Si tiran desde un extremo es imposible detenerla desde la mitad, se requiere la misma fuerza desde el otro extremo. Pero no, tranquilos, que yo no sé nada. Sigan corriendo a ocupar los espacios que abandonan los demás, juguemos todos bien pegados a la línea y abandonemos nuestra retaguardia.
Los barrios y pueblos más pobres de Andalucía han tenido una abstención superior al 80%. Piensen antes de hablar, y prueben a cambiar el juego a la otra banda. Rojo, abajo y a la izquierda, no queda otra.