jueves, 27 de abril de 2017

Cómo hacíamos antes

“COMO LO HACÍAMOS ANTES”

Parece ser que antes lo hacían con la luz apagada, de manera fugaz y clandestina, ahora ya pueden hacerlo a la luz del día, delante de tu cara, sin miedo. Porque antes pensában que te enfadarías, que no les entenderías, y ahora saben que, además de pobre, eres tonto. Te roban, a manos llenas, a espuertas, y les votas, les agradeces el jaguar en el garaje, ese que jamás tendrás. ¡Pringao!

Algo huele a podrido en Dinamarca. Por el contrario, en el Reino de España, Corona de Castilla por la gracia de un dictador, la podredumbre es el estado natural de las cosas. Viene de lejos y va lejos. Todos untan, se untan y embadurnan; políticos de los principales partidos, sobre todo aquellos de rancio abolengo de camisas azules, empresarios de pedigrí esclavista de vencidos que hoy son ídolos de masas y dueños del balón. Aunque de todo el contubernio sólo alcancemos a ver la puntita a través de unas gafas distorsionadas, las de una prensa al servicio de quien paga, y hoy no se compran periódicos. Lo importante está muy lejos, en la desembocadura del Orinoco.

Que no hay manzanas podridas, que son las raíces y estiércol que lo abona lo que está corrupto. Es el mismo modelo el que lo permite, alienta y ampara. Que el filósofo de Agurain ya lo decía, ¿Cómo es posible pasar de dictadura a democracia de la noche a la mañana sin pasar el cedazo, la criba, a políticos, aristócratas, jueces, fiscales, policías y militares? (La Iglesia no está en nuestras manos). Que en la historia de Castilla (y Aragón) no vencieron Comuneros, ni Irmandinhos, ni pusieron guillotina el 2 de mayo en Malasaña. Que hace falta la lluvia, que hace falta hacer reset, que aunque se empeñen en desdeñarla, humillarla, violarla y desprestigiarla, hace falta revolución.

¡Indignaos! Fue el grito cuasi póstumo de Sampedro. ¡Levantaos! Si queréis tener esperanza. Porque mucho tiene que diluviar en esa España. Y lo siento por tanta gente buena, andaluces altivos de Jaén, extremeños, manchegos y Asturies rebelde, minera y roja, vallekanos piratas a orillas del Manzanares. Tantas amigas insurrectas, solidarias, yo preparo mi partida aunque cueste, aunque duela. Porque fuera puede hacer frío, pero aquí me están asesinando. Anhelo, envidio, amo, y suspiro por Catalunya. Caminante no hay camino, se hace camino al andar. No mires atrás.

Sí, lo sé. Pujol, ITVs, 3%, robo con Senyera. También las oligarquías periféricas son deudoras del régimen, pero Roma no paga traidores, Urkullu lo sabe bien y por eso no se mueve en la foto. Pero antes de construir un mundo nuevo el viejo habrá de morir, eso también lo sabemos. Y no tendremos miedo a las cenizas, ya construimos éste con nuestras manos, nuestro sudor y nuestra sangre, bajo sus yugos y sus látigos, ¿cómo no vamos a construir uno mejor cantando libres de cadenas? Próxima estación; ESPERANZA

lunes, 24 de abril de 2017

Le France, la resaca

LE FRANCE, LA RESACA
            De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que las elecciones en Europa toman un tinte futbolero, todas son finales anticipadas, todas son importantísimas para el futuro de Europa (¿y los europeos?) y sin embargo, terminada la jornada todo sigue igual. ¿Todo? Todo no, la idea neo-liberal de tintes xenófobos campa a sus anchas por el mal llamado viejo continente como espíritu de Morgul. Dicen que vivimos la época de la postverdad, simplemente vivimos como siempre, engañados. Pero vayamos a analizar la última jornada liguera;
La ultraderecha; ¡Que viene el Coco!
            No sé si volveremos a ver, al norte de los Pirineos, un partido nazi-fascista gobernando alguno de los principales países de Europa, pero lo que está claro es que, de momento, como amenaza no puede ser más rentable para el poder. Falta saber si, como en el cuento del pastorcillo, cuando las ovejas vean al lobo quedará alguien para defenderlas.
            El ascenso de la ultraderecha está facilitando a los gobiernos liberales perpetuarse en Europa bajo ese mantra de “nosotros o el caos extremista”. La ultraderecha se queda siempre a un paso del poder, Austria, Holanda, Francia… pero su discurso gana siempre y marca las agendas europeas del poder que asumen sus rasgos identitarios sin sonrojarse siquiera.
La Socialdemocracia ha muerto, viva el neo-liberalismo
            No hacen falta sesudos análisis para entender esto. En un Sistema Capitalista de usar y tirar, todo tiene fecha de caducidad cuando ya no es útil, y la socialdemocracia es la primera víctima de la caída del Muro de Berlín. Tuvo su auge cuando permitía vender ese Capitalismo de rostro amable de la postguerra, ese lado social que endulzaba la realidad y nos decía que no era necesaria la temible dictadura del proletariado para crear un mundo justo con reparto de la riqueza y tal, pero sin enemigo económico-social que represente una alternativa, con el Mercado como único poder y creador de agenda, ¿Qué puede aportar la socialdemocracia? Nada, y en polvo os convertiréis.
El paseo triunfal del Neo-liberalismo
            Los grandes triunfadores, indiscutibles, hegemónicos, cuasi deidades infinitas, intocables. Ni en los mejores sueños húmedos de aquel mediocre actor de western ni de la Iron Maiden británica hubieran imaginado un camino tan feliz para su romance. Hoy los estados son seres amorfos que apenas alteran al mercado y legislan para su defensa. Burbuja tras burbuja hasta la hegemonía total haciéndonos creer que todas éramos Clase Media y la vida era una orgía de satisfacciones capitalistas, y al despertar, ellos lo tenían todo, dinero, poder y control, y tú una o dos hipotecas y tiempo para pasar en el paro. Y tuvimos frente a nosotros las dos pastillas de Morfeo, y elegimos la azul, porque preferimos seguir saboreando el filete aunque sabíamos de sobra que no existía, que sólo era producto de nuestra imaginación, inducida a través de nuestros sueños. Y siguen dando vueltas al tornillo, y a cada vuelta los ricos son más ricos y los pobres… los pobres están más asustados.
Porque elegimos la pastilla azul, pero por si no era suficiente nos han puesto cientos de cadenas sobre nuestras extremidades para qué no nos movamos. Miedo, pánico a lo que puede venir, a los fanatismos, al terror, a las enfermedades, y en última instancia al extremismo. Tenía que llegar, estaba claro. Tanto hablar del eje izquierda-derecha en dos dimensiones, como una línea recta nos ha traído a que interioricemos que quien se encuentra en uno de los extremos es extremista, lógico. Así, olvidamos que en realidad el peligro siempre ha sido el dogmatismo, el querer llevar una idea hasta sus últimas consecuencias, y ahí, en ese dogmatismo es donde se hallan los que nos venden como moderados. El neo-liberalismo es la ideología extrema por definición, la que ha logrado que alcancemos las mayores cifras de desigualdad, pobreza, guerras, hambre… etc. de la historia, pero no están en ningún extremo de esa línea imaginaria. Así nos va. Extrema es la izquierda, y la derecha, y los extremos se tocan y … mientras el Anillo sigue atándonos a las tinieblas.
¿Y la izquierda?
            Debatiendo si son galgos o podencos. -¡Mira, un brote, una esperanza!-  -Bah, otros revisionistas que nos venderán a la primera oportunidad- Y preferimos seguir en el Titanic echando la culpa al de nuestra acera que embarcarnos en un frágil bote.
            Sobre le France primero una consideración; si no entiendes las diferencias entre unas elecciones parlamentarias y unas presidenciales difícilmente puedas distinguir entre táctica y estrategia y así es comprensible que sigamos en este bucle infinito. Melenchon podía haber significado una brecha en el Sistema, o no, quizás otro Syriza, tal vez. Pero nunca lo sabremos porque, entre otras cosas, el bote nos parecía tan frágil que preferimos seguir hundiéndonos al son de los músicos.
            Hemos llegado a tal punto de absurdez, que he llegado a leer a periodistas de izquierdas, de aquí, de EH, celebrar que en Iparralde Le Pen sea cuarta fuerza y que la derecha neo-liberal haya arrasado, porque ya se sabía que Melenchon era un chauvinista empedernido, no como el resto de candidatos con posibilidades que eran ciudadanos del mundo.

            Y es que cómo táctica y en unas elecciones parlamentarias entiendo que la broma del “voto útil” sea una absurdez, mejor una representación propia, real, con apuestas fuertes, aunque ésta sea pequeña. Pero en unas presidenciales a doble vuelta hay que ver la estrategia. Yo me quedo con un sabor muy agrio de esta jornada futbolera, porque no creo que Melenchon fuera a suponer un gran cambio, pero me hubiera gustado poder ver cómo se retrataban los neo-liberales en una segunda vuelta entre Le Pen y Melenchon. Saber si, como decía Durruti, los capitalistas franceses ante un riesgo de recortar sus privilegios apoyarían por acción u omisión a Le Pen, o defenderían la unidad de los “demócratas” contra el fascismo, tal y como exigen ahora para apoyar a Macron. Sin duda ha sido una jornada agria, el Barça ha ganado al Madrí y a mi ninguno de los dos me dice nada, porque mi equipo no juega en su misma liga.

lunes, 10 de abril de 2017

La mataré

LA MATARÉ

Nunca he creído en el arrepentimiento, y el perdón se lo dejo a los cristianos. Si me equivoqué, y lo he hecho miles de veces, de nada sirve lamentarlo. Nada va a cambiar por ello. Al contrario, lo que me queda detrás de cada error es aprender del mismo para intentar no volver a cometerlo, y si con ese error alguien ha salido dañado mi obligación es trabajar para recuperar el jarrón roto. Este es un dogma que llevo marcado a fuego y que intento cumplir a rajatabla. ¡Cuánto más fácil sería esperar el perdón! Pero yo he optado por otra vía, más larga, y en la mayoría de ocasiones más dura y dolorosa. Lo que me parece inaceptable es tratar de reescribirnos, y pasado un tiempo de nuestro error, olvidarlo, como si nunca lo hubiéramos cometido, o peor aún, tratar de convertir un error en algo que nunca fue.

Viene este desvarío, no a hablar de los últimos y transcendentales acontecimientos en mi tierra, sino para poner en solfa una carta aparecida en "El País Semanal" firmada por Sabino Méndez, a la postre, compositor de muchos de los grandes éxitos de José María Sanz “Loquillo”. En ésta carta el autor trata de justificar, 30 años después, que uno de los mejores temas de Loquillo y los Trogloditas no tiene una letra machista y a mí esto me atufa tanto como esos progres que aseveran que estuvieron en La Sorbona aquel mayo del 68 para ser algo entre la progresía, aunque nunca salieran de Carabanchel (el barrio).

“La Mataré” es un tema machista a más no poder, y cómo tal hay que entenderlo. Es fruto de su tiempo, y sobre todo del tiempo de sus autores. Para bien o para mal. Se puede enmarcar en eso, en un tiempo, en una situación, o se puede hacer lo que intenta Sabino, reescribir la historia e inventar una nueva en la que, lejos de aprender de los errores, se justifica aquella acción. Esto nos hace pensar que en este caso, sobre el machismo, no ha habido evolución lógica del personaje. Porque todos, a lo largo de nuestra vida evolucionamos, hacia unas u otras posiciones, musicalmente, socialmente, políticamente, eso no es sorprendente. Que “el loco” haya pasado de ser el hijo de un anarquista represaliado del Clot, capaz de dedicar temas a Durruti, a  ser defensor de Ciudadanos, es una cuestión personal que, al menos para mí, no pone en cuestión que muchos de sus temas hayan sido la banda sonora de mi juventud, incluido éste.

Y es que a mí no me duelen prendas en reconocer que era machista y que este tema era cómo un himno que reafirmaba ese rol masculino poderoso. Tampoco niego que sigo siendo machista a mis 44 años, aunque quiero creer que menos, mucho menos, que estoy en proceso de deconstrucción de mis privilegios, y que en ese proceso trataré de que mi hijo crezca en una sociedad más igualitaria en la que él no exija privilegios sólo por tener pene. Y sí, es probable que mi hijo escuche alguna vez esta canción, porque a su viejo le trae recuerdos de chupas de cuero, tupés, y boogies. Y le explicaré que esa letra es de una época en la que los hombres se creían con derecho a acabar con la vida de las mujeres sólo por ser hombres y sentirse “despechados”. Pero también le explicaré que musicalmente me parece una gran canción, esa mezcla de rumba de Barcelona, con el Rock más excelso del loco y Sabino…


En fin, que lo doloroso no es que hace 30 años Loquillo y Sabino Méndez compusieran un tema misógino y machista, lo doloroso es tratar de convencernos de que no lo es e inventarse una nueva historia en la que nos traten de estúpidos. 1987 no era 2017, debiéramos ser 30 años más sabios, pero Sabino con esta carta no sólo parece haberse quedado en aquellos años, sino que hace apología de los mismos. Una pena. 

lunes, 3 de abril de 2017

Morir no es una opción

MORIR NO ES UNA OPCIÓN
“No hay nada inevitable, salvo la muerte” reza un dicho popular y del que, sin embargo, parecemos querer huir a diario. De un tiempo a esta parte nadie muere porque sea ley de vida. Todo el que fallece lo hace por un motivo. Un cáncer, una parada cardio-respiratoria, infarto cerebral… etc. Y contra todos esos motivos tenemos una respuesta. Más deporte, comida más sana, fármacos, cuidados… Pareciera a veces que quien se muere ha sido por su propia ineptitud más que por que al final de la vida siempre nos espere la Parca. Un mantra similar al de la pobreza. Se es pobre porque no nos esforzamos lo suficiente para ser ricos. Y tragamos.
Cómo vamos tragando nos van aumentando la dosis a todos los niveles. La última en Araba viene de la Diputación, de su Departamento de Servicios Sociales, y un estudio encargado por el mismo según el cual, casi la totalidad de nuestros mayores desearían vivir en su casa cuidados por sus hijos. Pero deseo no es igual a realidad, deberíamos saberlo. Lo grave es que la Diputación, una institución pública, recoja ese anhelo legítimo de las personas y lo convierta en directriz política, en coartada para legitimar los recortes y la involución social.
El planteamiento de que las personas mayores han de quedarse en casa cuidados por sus familiares es una involución inaceptable e imposible en la sociedad del siglo XXI.
En primer lugar, porque estamos hablando de que si la persona que requiere cuidados tiene más de 80 años como dice el “estudio”, su hija, a la que Diputación quiere responsabilizar de hacerse cargo de su cuidado, probablemente tenga más de 60 y a su vez empezará a ser demandante de cuidados.
En segundo lugar, porque las familias del siglo XXI cada vez tienen menos que ver con las del siglo XX. El número de personas que llegan a esas edades sin descendencia por diversos motivos aumenta. Y hay que tener en cuenta que las relaciones familiares no tienen por qué ser fluidas y óptimas.
En tercer lugar hay que tener en cuenta que en esta sociedad profundamente patriarcal, el responsabilizar de los cuidados a la familia es igual a decir que las hijas serán quienes tomen esa responsabilidad. Atando nuevamente a la mujer al hogar, después de que, muy probablemente lo hayan estado mientras cuidaban de sus propios hijos.
Y si juntamos todo el cocktail anterior no sería difícil imaginar que para que se pudiera dar, siempre según los cánones actuales, ese cuidado en el hogar, tendríamos que meter bajo un mismo techo a cuatro generaciones, lo que unido a un mercado laboral precario como nunca acrecentaría las situaciones críticas de exclusión, pobreza y marginación.

Por supuesto que el ideal de futuro en cuanto a la atención de nuestros mayores es lograr extender la autonomía de estos al máximo. Que puedan vivir de manera autónoma el máximo tiempo posible. Sin embargo ese objetivo es inalcanzable con los recursos existentes en la actualidad. Mantener a un usuario actual de una residencia en su domicilio significa apostar por proyectos colaborativos y apoyos profesionalizados 24 horas al día. En definitiva, una inversión  muy superior de la que se realiza en estos momentos para mantener una red residencial. Pero el estudio, y sobre todo las conclusiones de la Diputación, no van en ese sentido, sino que lo que plantean es reforzar unas ayudas económicas que son claramente insuficientes, y que buscan atar a las mujeres de por vida al cuidado de sus familias. Una vergüenza viniendo de una institución pública en pleno siglo XXI.