jueves, 1 de septiembre de 2016

el regreso

EL REGRESO

            Dicen que como en casa en ningún sitio, y pueden decir lo que quieran pero yo les aseguro que estaba bastante mejor recorriendo la costa cantábrica en autocaravana que de regreso a la rutina diaria. No es hoy el primer día de laboro de quien escribe, pero sí el primero en el que dispongo de un rato para escribir éste post. Y es que el aterrizaje o alunizaje al día a día no ha podido ser más brusco, y aquí me hallo cual Ted Striker teniendo que soportar a un montón de doctores Rumark. (Si eres lo demasiado joven como para haber visto la película “Aterriza como puedas” enhorabuena, y disfrutalo)
            Septiembre y los lunes, menudo título para un dramón o un grupo de melodías deprimentes. Y si septiembre por si mismo no fuera suficiente, va el Sr. Urkullu, otro que es la alegría de la huerta, y decide poner unas elecciones al Parlamento Vasco después del empacho de “Generales” que aún no sabemos si nos producirá reflujo en Navidad. Y, ale, pues que ya estamos de campaña.
            Cómo en cualquier campaña electoral que se precie en el Estado lo primero e imprescindible que no puede faltar es un ataque a la Democracia en el día de su fiesta, de modo que, la primera en la frente, inhabilitación para el Sr Otegi. La culpa, por supuesto, es del inhabilitado y sus hordas, y si no se lo creen no tienen más que escuchar a los Jeltzales que estos días aprovechan cualquier tribuna, tribuncilla, o silla para gritarlo a los cuatro vientos. No se cabreen en Madrid y el PP haga caso a C´s y se les acabe el chollo. Cuando uno defiende un Sistema Feudal… Floral… digo Foral a capa y espada no está bien visto meterse con el Señor que nos presta la Makila. Pero no me extenderé con ese tema porque bastante información sobre el mismo tenemos a todas horas.
            Mientras tanto en el Circo Máximo de los Diputados continúa el esperpento. Me cuentan por el pinganillo que PP y C´s han firmado un pacto cuya suma es igual a X, siendo X minoría y mayoría un batiburrillo de letras que no se ponen de acuerdo y hacen complicado resolver la ecuación. Ahora me gustaría ver a algún profesor de matemáticas de infausto recuerdo en el encerado intentando resolverla, porque cualquiera de los resultados posibles da error, bien por involución democrática si los pactistas finalmente consiguen llevar a buen puerto el acuerdo con el apoyo de algún indecente, bien porque no lo hacen y la comida familiar de Navidad la tenemos que trasladar al colegio electoral más próximo.

            En fin, éste es el presente y así se lo hemos contado. Después me preguntarán por qué prefiero regodearme en el pasado, en ese tiempo no tan lejano en el que me bañaba en pelotas en una playa nudista, donde, por cierto vino a mi mente un debate sobre centímetros textiles y derechos individuales. ¿Por qué siempre vemos la paja en ojo ajeno y nunca la viga en el nuestro? Por qué no reconocemos que el hecho de bañarnos en bikini, bermudas, y otras prendas, poco tiene que ver con la practicidad y si mucho con la moral que nos exige cubrir nuestras partes “impúdicas”. Y es que si lo reconociésemos así quizás nos diéramos cuenta de que el debate es tan sólo sobre unos centímetros textiles aquí y allá. Que ambos contendientes, por el contrario, están de acuerdo en catalogar como impúdico, incívico y persiguen y sancionan a quienes para el baño y el gozo solar preferimos la desnudez. Debatimos sobre grados de represión, no sobre libertad, porque no a todas nos asisten los mismos derechos, ni siquiera en el gozar playil. Así, si a mí se me ocurriera desvestirme en Samil, raudos y veloces acudirían agentes del Orden y la Ley a cubrirme. Pero, sin embargo, cuando después de tener que recorrer abruptos senderos, en la mayoría de los casos, para acceder a una de las escasas playas catalogadas para nudistas, no será difícil encontrar gentes “textiles” observando “el paisaje” con sus bañadores último modelo cubriendo sus genitales, los mismos por los que yo me he de tragar su moral.    

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