lunes, 27 de junio de 2016

La ocasión la pintan calva

LA OCASIÓN LA PINTAN CALVA
         Pasó el tiempo de la autocrítica, si no la hicimos, o no la supimos hacer, lo que toca es apechugar con las consecuencias. Lo que toca ahora es ponerse el buzo, bajar al tajo, e ir más allá. Toca radicalizar las ideas y los hechos. Toca, ahora sí, sacar la bandera de la independencia, pero no la bandera patriótica y colorida, sino la bandera de clase, la social, la feminista, la de “gure Ama Lurra”, incluso la “Bandiera Rossa” sin complejos. Pero hay que ondearla con convencimiento, sin negociación, y sin prisioneros. Las medias tintas nos vaciaron hace tiempo el tintero.
            El cambio en el Estado es imposible. Ya lo sabíamos. En eso coincidíamos todas; las que mandan, y las que obedecen, las que critican, y las que alaban. Hace un siglo lo decía Castelao. Los mapas elección tras elección recuerdan a otros pasados desde tiempos carlistas. No hay nada nuevo bajo el sol. Pero la esperanza siempre es lo último que se pierde, y estas generales han sido su enésima ofensiva detenida por enésima vez en el Ebro, en Miranda y en Tortosa. Y ahora toca convencer a los caídos. Toca explicar que lo que allende el Ebro es utopía, aquí es simple justicia. Que podemos construir una Euskal Herria social, republicana, laica, igualitaria, acogedora. Que podemos hacerlo sin corsés, diseñándola entre todas, y que para ello lo primero que tenemos que hacer es librarnos de ese corsé victoriano que es España.
            Pero hay otros muchos corsés de los que debemos librarnos con urgencia. Empezando por casa, por la común, no por la porción que representamos cada cual. Iniciar el debate constituyente eternamente pendiente porque cada uno está más pendiente de lo suyo. A seis años vista tenemos decenas de debates sin cerrar, que son heridas por las que se escapa la ilusión. Renta básica, modelo industrial, ¿Europa?, políticas sociales, feminismo. Desarrollar ideas en común para poder crear en común.
Debemos sacudirnos el miedo del hermano pequeño a defraudar al mayor. Veamos cómo ha quedado el mapa. Euskal Herria se merece un cambio profundo, serio y a conciencia y los números dicen que ese cambio puede venir con, o sin el PNV, pero no está en sus manos, está en las manos de la amplia mayoría social que se posiciona lejos de sus postulados, y serán ellos, los Jeltzales los que tengan que dirimir si se suben o miran a Madrid, como siempre. Hoy se abre el eterno momento que nunca llega, ruptura o reforma, y los reformistas están lamiéndose las heridas. Nunca más seamos bastón, el cabo está lanzado, que lo agarren o hagan lazo en el gaznate.
Construyamos, levantemos muros de dignidad, de lucha, de entrega, pero no olvidemos que los pueblos nuevos, los sueños nuevos se erigen sobre las cenizas de los viejos imperios, y nadie está libre de ser demolido. Que lo nuevo para nacer necesita del abono de lo viejo que ha de morir, y quien o quienes han o hemos sido un obstáculo para el futuro hemos de saber apartarnos de una vez. Que quién ha guiado el barco a la tormenta difícilmente nos sabrá sacar de ella.

Indudablemente estamos en el tablero de un juego que es toda una oportunidad, pero hemos llegado de espaldas a la partida, debemos girar, orgullosas y altivas, dispuestas a plantar batalla desde la humildad de la trinchera, abandonando el Cuartel General y a todos cuantos en él se cobijan, y luchar brazo con brazo con esa mayoría social que en EH exige un cambio. Sin aspiración de vanguardia, pueblo, porque pueblo somos. No, no es tiempo de autocríticas, es tiempo de responsabilidades.   

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