LAS CUP, SALVADOR SEGUÍ Y LA
IZQUIERDA ESPAÑOLA
En los últimos tiempos parece que cualquier acción o
discurso que emiten las CUP catalanas deben ser analizadas, estudiadas y
sobretodo destrozadas. Resulta curioso además que estas actuaciones son
ensalzadas o vilipendiadas en función del gusto del analista sin tener en
cuenta la realidad del partido independentista catalán. Pero aún es más curioso
que si el analista es de la llamada izquierda estatal, sea cual sea la acción
llevada a cabo por las CUP será negada, atacada, menospreciada e injuriada sin
ningún tipo de contemplación, e incluso sin necesidad de una justificación
lógica.
En
los últimos días la crítica está llegando por el gusto que tienen dirigentes de
las CUP de elegir para sus citas a históricos dirigentes de la CNT y el
anarcosindicalismo catalán. ¡Blasfemia! Claman. El independentismo no puede
apropiarse del discurso del anarquismo, porque éste no es independentista. Es
más, aseguran, NUNCA fueron independentistas. Y a mí lo que me sorprende es lo
absurdo del debate. Cómo si yo no pudiera utilizar citas de Rosa de Luxemburgo
por no ser alemán, o del Che por no creer en el concepto de patria.
Argumentan
entonces, quienes así critican a las CUP, que utilizar unas palabras de
Salvador Seguí para justificar sus posiciones no tiene sentido, porque éste
jamás apoyó la independencia de Catalunya, y por supuesto, tampoco lo hizo el
anarcosindicalismo. Y pueden tener razón, no voy a ser yo quien lo contradiga,
pero es que, seguidamente nos presentan a una CNT y a un movimiento Libertario
en clave española y desde una visión actual que poco tiene que ver con el
anarcosindicalismo de principios del siglo XX en Iberia. Y sí, hablo de Iberia
de forma consciente por dos motivos, el primero por que así hablaba el
anarcosindicalismo de la época, basta recordar la FAI, Federación Anarquista
Ibérica que incluía en su seno a la UAP, Uniao Anarquista Portuguesa. A partir
de 1926 y hasta 1938 el movimiento anarquista ibérico trabaja por una
revolución social en la península, no por una España unida en lo universal como
he llegado a leer a algún analista en los últimos días. El segundo, porque al
contrario de lo que defiende el resto de la izquierda Pan-española, la CNT y el
anarcosindicalismo de la época no defendía la indivisibilidad de España, ya
que, aunque en la actualidad se tienda a olvidar, por aquella época España
mantenía además de las colonias actuales, el Sahara y Guinea Ecuatorial y el
anarquismo había mostrado en varias ocasiones su apoyo a los movimientos de
liberación de ambas colonias. Tanto durante la revolución de Asturias del 34
como en los primeros meses de la guerra civil, la CNT quiso impulsar y apoyar a
dichos movimientos para facilitar en suelo peninsular el avance de la
revolución social.
Por
otro lado es cierto que la CNT y el movimiento libertario en su conjunto
defendió por activa y por pasiva que ningún obrero estaba preocupado por las
“luchas burguesas” de corte nacionalista, y que por tanto nunca apoyarían
dichas luchas por considerar que lo primordial era la revolución social, pero
de eso a interpretar que era contraria a la independencia de Catalunya y por
tanto favorable a mantener el Status quo de España hay un abismo. ¿Quién puede
creer que quien aspira a derrotar todo tipo de Estado sea defensor de uno u
otro? Ni Catalunya, ni España, revolución social en todos los frentes. Sin
embargo, sí existe una diferencia fundamental entre el movimiento libertario de
principios de siglo y el actual, y esa diferencia es el pragmatismo. Si bien
hay que reconocer que la CNT se mostró contraria a los movimientos
nacionalistas por considerarlos claramente burgueses, no es menos cierto que en
los años 30 el anarquismo llegó a contar con más del 30% de los asalariados
afiliados a alguno de sus sindicatos en Cataluña, alrededor de 400.000,
mientras en el resto de España su implantación era mucho más reducida, así no
es difícil encontrar textos de la época en la que destacados militantes
anarquistas, entre los que se encontraba Durruti, analizaba una eventual
secesión de Catalunya como una oportunidad de derrocar a un Estado nuevo, débil
como sería una Generalitat recién constituida, y desde ahí, contagiar la
revolución social al resto de la península. En 1934 la CNT no apoyó a la
Generalitat en su declaración de independencia unilateral, pero tampoco se
mostró contraria a la misma. Simplemente esperó acontecimientos, ¿alguien duda
que si hubiera triunfado el proceso secesionista al día siguiente hubiera
estallado la revolución social?
Con
todo esto no es mi intención intentar convencer a nadie de que las CUP estén
legitimadas para reivindicar la historia libertaria de Catalunya, pero lo que
sí tengo claro es que tienen, al menos, tanta legitimidad para hacerlo como
cualquier madrileño, andaluz o gallego, aunque sean miembros del PCE, porque,
yo al menos, tengo claro que el militante comunista actual no es responsable de
la actuación del Ejercito Popular en mayo de 1937. Por mi parte sólo me queda
agradecer que alguien, en algún lugar, reivindique y no deje caer en el olvido el
legado libertario. Salud y buen invierno.
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