sábado, 12 de diciembre de 2015

Vida, cuidados y empleo

VIDA, CUIDADOS Y EMPLEO

         En tiempo electoral, quien más quien menos, menta el cambio. Los más lo hacen para referirse al cambio de gobierno, quítate tú y me pongo yo, remarquemos matices y digamos que lo cambiamos todo para que todo siga igual. Los menos hablan de cambiar el Modelo, el Sistema pero lo hacen desde lo sectorial, desde un cambio económico, productivo y/o desarrollista, sin embargo,  pocas, muy pocas, son las que cuestionan realmente las raíces del Sistema depredador en el que vivimos, pocas las verdaderamente radicales por tanto. Y es que si queremos enfrentar al Sistema, si realmente queremos vivir en un mundo diferente, en un mundo más humano es imprescindible cambiar el principal paradigma, se trata de elegir, no de votar, elegir una opción entre la dicotomía presentada; la vida o la economía.

            Poner la vida en el centro no es sólo un lema bonito que cómo todos los buenos lemas, la derecha sabrá apropiarse y utilizar cómo ha hecho con la sostenibilidad. Poner la vida en el centro significa que todo, absolutamente todo debe partir del concepto base del mantenimiento de la vida como el máximo valor a preservar. En esa línea, desde un planteamiento de defensa de la vida como el recurso máximo, el cuidado de la misma debiera ser apreciado y valorado desde lo social, desde lo económico, e incluso desde lo productivo. No podemos, ni nos podemos permitir dejar el cuidado en manos de la familia, en manos de la voluntariedad y el amor, ese amor idealizado que sostiene al Sistema más injusto, asesino y cruel cómo es el Patriarcado.

            Vivimos en un mundo en el que tiene mayor reconocimiento un hombre, blanco, de mediana edad, poseedor de un holding armamentístico cuya fortuna se basa en la destrucción, la guerra y el asesinato que esa mujer que cuida a sus hijos, a los hijos y al padre del empresario asesino. Y no sólo es una cuestión de dinero, es también y sobre todo de reconocimiento social, o acaso en la última conversación de tu cuadrilla no has notado como a ese ingeniero que viaja a China, a Emiratos Árabes, a Arabia Saudí para vender sus productos industriales, todo el mundo le mira con cierta admiración y envidia, mientras que a su pareja, que cuida de sus hijos, de su hogar y trabaja como auxiliar en una residencia nadie le presta atención.

            Los cuidados se han enmarcado desde la antigüedad dentro del ámbito doméstico, han recaído en la familia, e históricamente en la mujer, si bien es cierto que hasta la llegada del cristianismo a Europa, tanto en la República Romana como en los primeros siglos del Imperio, y aún con la existencia de un modelo familiar totalmente patriarcal, el espacio ocupado por las mujeres sí contaba con un cierto reconocimiento social, de forma que no es difícil encontrar mujeres relevantes en la sociedad romana. Con la llegada del cristianismo y la caída del Imperio la degradación de la mujer y sus labores serán constantes, los cuidados serán literalmente relegados a ese espacio íntimo, enclaustrando y menospreciando esas labores básicas para el mantenimiento de la vida y encarcelando con ellos a la mujer.

            A partir de la II Guerra Mundial la mujer empieza ha recuperar pequeños espacios sociales, pero lo hacen ocupando los huecos dejados por los hombres que van al frente y que obligan al sistema productivo a buscar mano de obra femenina para dichos huecos. Sin embargo, terminada la guerra una nueva ofensiva patriarcal en todo el mundo occidental intenta volver a encerrar a la mujer en casa, y así, los cincuenta se llenan de mujeres modelo, amas de casa perfectas, abnegadas, silenciosas que lo inundan todo, con una industria televisiva en auge que adoctrina con sus anuncios, sus series, sus films, pero se había abierto una grieta y por ella, con grandes luchas las mujeres irán abriéndose paso en el mundo masculino de la producción, de la política, de la gestión.

            Sin embargo, si es cierto que la mujer ha logrado, con mayor o menor incidencia entrar en el mundo hermético del patriarcado, lo que no ha cambiado ha sido el menosprecio por los trabajos reproductivos. Éstos siguen recayendo mayoritariamente en las mismas mujeres que ahora, además, desarrollan trabajos fuera del hogar, lo que, como efecto colateral provoca problemas para el mantenimiento de la vida, para el cuidado del productor, productora, de la prole y de las personas mayores. Para dar una solución a esos problemas al Sistema no le queda otro remedio que crear empleos en el ámbito reproductivo, empleos que nuevamente recaerán sobre las mujeres, empleos con peores condiciones laborales que sus homólogos productivos, con peores salarios, con peores horarios, con peores regulaciones, y sobre todo, subsidiarios de los empleos productivos, esto es, si la economía productiva se resiente por una crisis, los primeros puestos que desaparecerán serán los de los trabajos reproductivos. Esto se ha podido ver claramente estos últimos años al observar como, con la excusa de la crisis económica, los gobiernos han comenzado a legislar para que estos cuidados regresen al hogar, a la familia y con ello nuevamente a las espaldas de las mujeres, ya que son estas, las que al trabajar en un sector en declive y con peores condiciones que el del hombre, tienden a abandonar el mercado laboral para hacerse cargo de esos cuidados que el Estado ya no cubre.


            Con todo esto, pensemos. Han sido muchos siglos poniendo en valor el productivismo, la producción de bienes de consumo, de armamento, de maquinaria, al tiempo que el hecho fundamental e imprescindible que es la vida y el cuidado de la misma quedaba relegado a un segundo plano, oculto tras puertas y candados. ¿No os chirría que sea más importante producir que vivir? De hecho ¿Creéis que se puede producir sin estar vivo? Entonces ¿por qué permitímos que nuestra vida gire en torno a nuestra capacidad de producir, y no pensamos que es la producción la que tiene que estar direccionada hacia la vida? Yo os responderé, porque esa es la verdadera revolución que nos hará libres, nos hará iguales, y nos hará seres vivos y no un virus que acabe con todo. Esa es la verdadera Cábala. ¿Podemos reformar éste Sistema Capitalista Patriarcal? No, la única solución es acabar con él para que pueda surgir la VIDA de nuevo. 

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