lunes, 20 de febrero de 2017

La comepollas vive

LA COMEPOLLAS VIVE

Ni es la primera vez, ni será la última que  escriba sobre este tema, pero como las mareas, éstas siempre regresan y con ellas suelen venir los restos de naufragios anteriores. No aprendemos, o no queremos aprender, o simplemente creemos saberlo todo. Sea como fuere, una y otra vez tropezamos con la misma piedra hasta enamorarnos de ella y entonces la hacemos nuestra y se convierte en parte de nuestra verdad. Lo que sea con tal de no reconocer nuestros tropiezos. Porque ya se sabe que tropezar nos permite avanzar más rápido hasta que besamos el suelo.
            La última polémica a la que me abrazo versa sobre el nepotismo y su utilización por la marabunta crítica que, consciente o inconscientemente, termina cayendo en el machismo más clásico. Sí, hablo de Irene Moreno, como hablé en su momento de Ana Botella, o cómo podría hablar de tantas mujeres que día a día son catalogadas como “la mujer de…” Y aquí no se libra ni el tato. Ni izquierdas ni derechas. Y es que, yo no soy machista, PEEEERO esas mujeres no tienen capacidades, sólo son parejas de sus jefes, y así va todo.
            Si utilizáramos métodos científicos para analizar estas situaciones probablemente nos diéramos cuenta de que en la mayoría de los casos no se trata de nepotismo, sino simplemente de una cuestión de probabilidades, pero eso no importa. No importa, ni se tiene en cuenta que no es extraño que existan, crezcan, y nazcan relaciones al calor de la militancia. Personas que se conocen militando, que pasan más horas militando que en su casa, y que esa relación acabe con la militancia de una de las partes, generalmente la de la mujer. Porque sí, porque digáis lo que digáis, seguís pensando que una mujer que llega a la cima lo ha hecho arrodillándose.
            Ojo, que no defiendo que Irene Montero sea la persona más capaz para ser portavoz de Podemos, ni lo sé, ni me toca. Qué quizás la forma no ha sido la más acertada. Quizás el momento. Todos los quizás que queráis, pero a la hora de la verdad, el argumento principal es que ella es “la pareja de...”  Y repito; aquí no se libra ni el tato. Que todos hemos visto y oído ese argumento en alguna ocasión, da igual la validez de la mujer, siempre es y será “la pareja de…” y si no tiene pareja, entonces se sembrará la duda sobre sus rodillas.

            Cómo ya he dicho, me da igual si Irene Montero es o no la persona indicada para ser portavoz de PODEMOS, ya que yo nunca votaría a una veleta para combatir al viento. Esa no es mi guerra. Lo que me duele es que desde organizaciones y militancias que se dicen feministas se utilice de esta manera argumentos machistas. El nepotismo es un cáncer, y hay que terminar con estas prácticas, pero generalizarlo no es una solución, y en todo caso, de haber dudas, debiera haberlas sobre los procesos. Por cierto, nepotismo es el trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos. Pero de esa amistad surgida en los diversos ámbitos informales, bares o canchas de pádel, poco o nada se habla, y cómo ya he dicho en un post anterior ese es, a día de hoy, el gran nepotismo galopante de la militancia, no sólo política. 

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