lunes, 22 de julio de 2013

¿Con la que está cayendo?


¿CON LA QUE ESTÁ CAYENDO?

            A quién no le ha ocurrido que, al ponerse a preparar la cena se da cuenta de que en su despensa falta el ingrediente fundamental para realizar ese plato tan suculento del que tenía antojo. Eso mismo me acaba de ocurrir a mí.

            He regresado de pasar todo el día en ese “marco incomparable” que es Donosti, y aunque no he pisado la Kontxa, pues otros temas más serios me requerían en la Bella Easo, he llegado “jarto de caló” y con ganas de una cena suave y fresquita. Y por eso de la multiculturalidad y el internacionalismo, que mejor que preparar un gazpacho bien fresquito. Sin embargo, al abrir la nevera descubro con estupefacción que los tomates brillan por su ausencia.

            Sin pensarlo mucho me he vuelto a vestir, (con esta calor uno va medio en bolas por casa) y me he dispuesto para hacer una visita rápida a la frutería del barrio, que está a unos largos 15 minutos de mi casa, y justo en el mismo instante que he abierto la puerta del portal el cielo plomizo ha empezado a caerse sobre mi cabeza, y claro, no nos vamos a engañar, mi sangre, heredera de los Celtas por vía galega, me ha recordado que eso es muy peligroso. De forma que he regresado a la seguridad del hogar.

            Sorprendida por mi rápido regreso mi compañera me ha preguntado si me he arrepentido, y claro mi respuesta no podía ser otra. –Mira a la calle, ¿A donde voy a ir con la que está cayendo? Ella se ha limitado a asentir, y yo  he sustituido mi gazpacho por una ensalada huérfana de rojez.

            Y es que eso es lo que tienen en común las crisis capitalistas y las tormentas, que a uno le hacen temer por su integridad, por su futuro, y ante eso, preferimos seguir los dictados de los Jesuitas; “en tiempo de crisis no hacer mudanzas” y nos recogemos en nuestro interior, nos adaptamos a la situación de la mejor forma que sabemos y esperamos a que escampe.

            Sin embargo, las tormentas son derivadas por las condiciones meteorológicas, y aunque podemos predecirlas, no podemos evitarlas. Pero, las crisis no caen del cielo, las producen otros seres humanos, esos que buscan peces en el rio revuelto, y que saben que en estos tiempos en que los conejos se agazapan en sus madrigueras es más sencillo que caigan en las trampas.

            Todo eso redunda en que “ellos”; la burguesía, los oligarcas, los reaccionarios, los que no admiten ni tan siquiera que el Patriarcado existe y es la forma más antigua de opresión, aprovechan para imponerse con mayor fuerza, y sin ningún tipo de rubor. Así, aprueban reformas laborales que nos retrotraen a siglos pretéritos, recuperan con el apoyo de la ortodoxia religiosa la importancia de la familia como célula madre del Sistema Capitalista, para realizar las tareas de cuidados que el Estado no está dispuesto a asumir y que garantizan que los esclavos del siglo XXI puedan seguir produciendo y las mujeres regresen a la cocina, al tiempo que niegan e invisibilizan la violencia a las que les someten los machos en sus casas. A partir de ahora podrás pegar a TU mujer con total impunidad, solo has de evitar pasarte y que la tengan que hospitalizar. Claro que si continúan con la privatización de la sanidad, en breve ni ese problema tendrás, con no pagarle un seguro...

            Y la crisis continúa, por que todavía no nos han exprimido lo suficiente. Y nosotros, conejitos y conejitas (sin ánimo peyorativo) metidos en nuestra madriguera, cuando alguien nos diga que hay que hacer algo por romper con este sistema injusto, asesino y criminal podremos seguir diciendo eso de “con la que está cayendo, mejor esperar a que escampe”.

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