NO ERES CLASE MEDIA,
ILUSO
No es la
primera vez que escribo sobre este tema y, aún a riesgo de ser pesado, estoy
convencido de que no será la última. Y es que la primera razón revolucionaria
es no doblegarse ante lo “asentado” y defender la verdad por encima de
cualquier convencionalismo. No podemos permitirnos desfallecer ante una mentira
repetida mil veces. No podemos permitir que se apropien del lenguaje. Esos son
los primeros pasos para dar carta de dogma a una mentira. Mentira que
distorsionará después cualquier discurso que de ahí parta.
En las
últimas fechas, a raíz del BREXIT y de los resultados de las elecciones
generales estoy teniendo que soportar el clasismo de los desclasados por encima
de mis posibilidades, y aunque mi capacidad de incidencia es sumamente limitada,
no por ello voy a darme por vencido. Me parece de estupidez insidiosa que
alguien pueda juzgar la capacidad de decisión de otra persona en función de su
situación social y/o edad, y hacerlo además desde una supuesta superioridad
moral del “conocimiento académico” al tiempo que se empeñan en demostrarnos que
asumen los posicionamientos ideológicos del Sistema al que dicen querer
combatir. Y lo asumen sin despeinarse, y así, mientras nos dicen que no hay
clases, que no hay izquierda ni derecha, sin despeinarse atacan “lo rural”, atacan
a las clases populares, atacan a las personas mayores, diciendo que no están
preparadas para entender su mensaje. Incluso he llegado a leer quien pone en
cuestión que una persona sin un nivel académico tal o cual deba tener derecho a
poder ejercer el voto, o que pasada una edad no deberían poder decidir sobre
ámbitos que afectan al futuro de la sociedad y a la juventud. (Esto último ha
sido un mantra muy utilizado tras el referéndum británico incluso en algunos
medios de información) Y sin darse cuenta, asumen el discurso oficial del
Sistema y nos lo venden como si fuera pólvora nueva.
Aún más
penoso, si cabe, es que alguien que diga combatir este Sistema asuma, sin
atisbo de duda, el discurso neoliberal de la Clase Media. Esa entelequia sin
Orcos. Y aquí me voy a permitir unas definiciones básicas que cualquier persona
tendría que tener claras, y más si esa persona pretende darnos clases a los
demás.
Nobleza; Aquella persona que, en base a unos privilegios, normalmente
de corte dinástico, es poseedor de patrimonio y prebendas que le permitan vivir
sin trabajar.
Burguesía; Aquella persona que vive de las plusvalías generadas por un
tercero.
Clase Media; Aquella persona que puede vivir de
las rentas generadas por su patrimonio.
Proletario; Aquella persona que depende, de forma
directa o indirecta, de la venta de su trabajo a un tercero.
Cierto que
ninguna frontera es inamovible, estanca y fija, pero la norma existe, y esa
norma dice que tú, asalariado, autónomo, NO eres Clase Media, por muchos
títulos que tengas, por muy alto que sea tu salario, ese siempre dependerá de
un Burgués que te de trabajo y pague tu nómina, y si no encuentras a ese
Burgués vendrás a trabajar de camarero, albañil o minero para subsistir. Por
cierto que son profesiones tan honorables como cualquier otra, sino mucho más
honorables que algunas con alta remuneración. Y es la incomprensión de esto lo
que nos lleva a adoptar posturas elitistas inconcebiblemente estúpidas. Porque
es cierto que ésta democracia no está pensada para los proletarios, por eso
algunos la llamamos Democracia Burguesa. Pero el motivo no es la cultura o
incultura de no sé qué sector social medida en títulos y carreras, sino la
dependencia y el miedo que provoca este reparto social.
Para ejercer
la Democracia Real lo básico es que el individuo sea libre y no se encuentre
chantajeado por un tercero. Y eso excluye a todo el proletariado que sabe que
no tiene garantizada de forma alguna sus más básicas necesidades de manera
autónoma. (Del efecto terrorífico del heteropatriarcado mejor hablar en un post
exclusivo.) Si escuchásemos a la calle nos daríamos cuenta que no son una ni
dos las personas que argumentan su voto a la derecha por el miedo a que el
Empresario huya ante cualquier cambio. Discurso que tan bien explotan los
partidos de derecha desde el PP hasta el PSOE pasando por los regionalistas jeltzales.
Esa es, o debería ser la lucha
fundamental de quien busca democratizar la sociedad, liberar a quien está
oprimida, eliminar toda barrera social, de clase, de género, de diversidad,
para generar personas libres que decidan libremente. Y aquí se ven las costuras
de algunos. El problema no es tanto una cuestión de cultura o edad, el problema
es el clasismo que destila esta sociedad desclasada y aquellas personas que,
incluso desde la izquierda, tienen miedo a que la libertad sea sinónimo de pérdida
de privilegios. De esa forma es fácil entender que una propuesta
revolucionariamente libertadora como sería la generación de una Renta Básica de
Ciudadanía se tope con tantos recelos, incluso de quienes dicen querer cambiar
el Sistema pero que a la postre están demostrando ser parte del mismo.
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