¿ES EL MOMENTO DE
LOS PUEBLOS?
Que el ser
humano es un animal social no creo que lo ponga en duda nadie. El individuo en
soledad no garantiza su supervivencia y por tanto necesita de lo colectivo para
sobrevivir, por ello son aún más absurdas las teorías económicas
individualistas imperantes, sobre todo si tenemos en cuenta que el dinero no se
come, y calienta más bien poco. Esta realidad, la de la manada reconvertida en
sociedad para diferenciarnos del resto de animales, sigue marcando el
desarrollo del ser humano. De manera que, a veces, es más sencillo entender
algunas reacciones humanas si nos alejamos de la complejidad moderna y las
pensamos en términos mucho más intuitivos, mucho más primitivos, mucho más instintivos.
De un tiempo
a esta parte, para zozobra del neoliberalismo imperante y del unionismo radical
español, los sentimientos nacionalistas, secesionistas, soberanistas… etc,
están aumentando a marchas forzadas en el corazón de Europa. Diversas son sus
credenciales, sus ideologías, y sus raíces, desde el movimiento más identitario
y sectario de la ultraderecha ideológica que avanza cual mancha de aceite; hasta los movimientos más enraizados en el
pueblo, en lo común, como podría ser ejemplo buena parte del movimiento
independentista catalán con las CUP como mejor ejemplo de ese sentimiento
arraigado y plural. Aunque las consecuencias de este crecimiento aún no se han
visto reflejado en el nacimiento de nuevos estados, el BREXIT y el referéndum
escoces son buena muestra de ello. No es difícil encontrar menciones a la “espiral
nacionalista” en los diferentes análisis que se han realizado a raíz del
abandono británico de la UE. Pero lo que parecen querernos vender como una
nueva tormenta de verano, que surge de la nada, no es más que una reacción
lógica de autodefensa social.
Como decía,
el ser humano, como ser social recurre a la seguridad de la “manada” cuando se
ve en peligro. Es una reacción instintiva. Familia, amigos, la tribu en
definitiva. La primavera, el aumento de los pastos, del alimento, facilita la
colonización de nuevas tierras, nuevos proyectos, pero cuando el invierno se
acerca y los ataques de los depredadores bajan de las montañas con las primeras
nevadas y se hacen más y más constantes
la manada se replegará sobre sí misma, buscando la seguridad de lo conocido,
del grupo.
Esa misma
lectura puede hacerse del comportamiento humano. Mientras cuando la economía
crecía, el individualismo, los proyectos fuera del grupo, el abandono de las
causas comunes se hacían norma, sin que nadie, o pocos, fueran conscientes de
peligro alguno. La llegada de la crisis y los ataques constantes que estamos
sufriendo por parte de los grandes depredadores, los especuladores, las
multinacionales, los poderes económicos, nos están haciendo ver que no podemos
sobrevivir en soledad, que las grandes instituciones alejadas del pueblo no
pueden dar respuesta a nuestra necesidad de control, de seguridad, de futuro, y
volvemos a lo nuestro, a lo cercano, a nuestra familia, a nuestros amigos, a
nuestras vecinas. Lo llamarán espiral nacionalista, pero no es sino un regreso
a la manada, y los lobos tiemblan. Porque a los lobos les da miedo la soberanía
popular, les da miedo perder el control, y saben que es más fácil controlarnos
desde instituciones lejanas, ajenas al día a día que tener que hacer frente a
centenares de pueblos soberanos. Cómo escribí recientemente; ¡Abajo el Estado! Pero
si tengo que elegir, mejor cientos pequeños que uno solo, todopoderoso y
alejado de todo control.
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