LA OCASIÓN LA PINTAN
CALVA
Pasó el tiempo de la autocrítica, si
no la hicimos, o no la supimos hacer, lo que toca es apechugar con las
consecuencias. Lo que toca ahora es ponerse el buzo, bajar al tajo, e ir más
allá. Toca radicalizar las ideas y los hechos. Toca, ahora sí, sacar la bandera
de la independencia, pero no la bandera patriótica y colorida, sino la bandera
de clase, la social, la feminista, la de “gure
Ama Lurra”, incluso la “Bandiera
Rossa” sin complejos. Pero hay
que ondearla con convencimiento, sin negociación, y sin prisioneros. Las medias
tintas nos vaciaron hace tiempo el tintero.
El cambio en
el Estado es imposible. Ya lo sabíamos. En eso coincidíamos todas; las que
mandan, y las que obedecen, las que critican, y las que alaban. Hace un siglo
lo decía Castelao. Los mapas elección tras elección recuerdan a otros pasados
desde tiempos carlistas. No hay nada nuevo bajo el sol. Pero la esperanza
siempre es lo último que se pierde, y estas generales han sido su enésima
ofensiva detenida por enésima vez en el Ebro, en Miranda y en Tortosa. Y ahora
toca convencer a los caídos. Toca explicar que lo que allende el Ebro es
utopía, aquí es simple justicia. Que podemos construir una Euskal Herria
social, republicana, laica, igualitaria, acogedora. Que podemos hacerlo sin
corsés, diseñándola entre todas, y que para ello lo primero que tenemos que
hacer es librarnos de ese corsé victoriano que es España.
Pero hay
otros muchos corsés de los que debemos librarnos con urgencia. Empezando por
casa, por la común, no por la porción que representamos cada cual. Iniciar el
debate constituyente eternamente pendiente porque cada uno está más pendiente
de lo suyo. A seis años vista tenemos decenas de debates sin cerrar, que son
heridas por las que se escapa la ilusión. Renta básica, modelo industrial,
¿Europa?, políticas sociales, feminismo. Desarrollar ideas en común para poder
crear en común.
Debemos sacudirnos el miedo del
hermano pequeño a defraudar al mayor. Veamos cómo ha quedado el mapa. Euskal
Herria se merece un cambio profundo, serio y a conciencia y los números dicen
que ese cambio puede venir con, o sin el PNV, pero no está en sus manos, está en
las manos de la amplia mayoría social que se posiciona lejos de sus postulados,
y serán ellos, los Jeltzales los que tengan que dirimir si se suben o miran a
Madrid, como siempre. Hoy se abre el eterno momento que nunca llega, ruptura o
reforma, y los reformistas están lamiéndose las heridas. Nunca más seamos
bastón, el cabo está lanzado, que lo agarren o hagan lazo en el gaznate.
Construyamos, levantemos muros de
dignidad, de lucha, de entrega, pero no olvidemos que los pueblos nuevos, los
sueños nuevos se erigen sobre las cenizas de los viejos imperios, y nadie está
libre de ser demolido. Que lo nuevo para nacer necesita del abono de lo viejo
que ha de morir, y quien o quienes han o hemos sido un obstáculo para el futuro
hemos de saber apartarnos de una vez. Que quién ha guiado el barco a la
tormenta difícilmente nos sabrá sacar de ella.
Indudablemente estamos en el tablero
de un juego que es toda una oportunidad, pero hemos llegado de espaldas a la
partida, debemos girar, orgullosas y altivas, dispuestas a plantar batalla
desde la humildad de la trinchera, abandonando el Cuartel General y a todos
cuantos en él se cobijan, y luchar brazo con brazo con esa mayoría social que
en EH exige un cambio. Sin aspiración de vanguardia, pueblo, porque pueblo
somos. No, no es tiempo de autocríticas, es tiempo de responsabilidades.
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