PACTOS ENTRE DIOS Y
EL DIABLO
Qué le vamos a hacer. Soy así. El PNV y el PP firman un
acuerdo presupuestario en dos fases, primero Gobierno Vasco y luego en Madrid,
y a mí, me viene la imagen de esos seres mitológicos, el inmaculado y la
estrella caída, sentados frente a frente firmando un acuerdo mercantil. Lo
siento, no lo puedo evitar. Y es que no me negaran que lo que une el dinero (o
las almas) no lo separa ni Dios.
Empecemos por el principio que es por donde empiezan todas
las buenas historias. Tenemos a dos seres supremos que gobiernan desde el
inicio de los tiempos en sus reinos. Dos seres que se presentan como
antagónicos, pero a los que les une un deseo irrefrenable de poder. Que saben
cultivar su imagen en misas y akelarres, pero que se reconocen como iguales
lejos de las cámaras. El bondadoso, el que guía a su pueblo hacia la tierra
prometida, frente al maligno oculto en el inframundo, entre azufre y fuego. La
guerra eterna entre el bien y el mal.
Sin embargo, esa es la leyenda. La realidad es bien distinta
y está escrita, sólo hay que saber leer entre líneas. Ambos son parte de un
todo y se necesitan, lo saben, y lo explotan en su beneficio. La cultura del
pacto también la crearon ellos dos. Según su libro sagrado ambos señores se
disputan el control de las almas, como quién ansía acumular riqueza. Sin
límites, con gula, todas para mí. Dios se queda con las puras, Satán con las
corruptas e impías. En el reparto Satán sale perdiendo porque el primer acuerdo
tiene trampa de cara a la galería, cualquier alma, por corrupta que sea, puede
ser purificada en el último momento con el perdón, lo que hace que el mercado
del Averno se reduzca a las muertes repentinas, y Satán no mata a nadie, se
puede comprobar en la Biblia. De modo que, por la paz un Ave María, será Dios
quien surta de almas al Diablo, desatando plagas, guerras en su nombre,
diluvios… lo que sea para que el negocio no pare.
Así ya ven como es la vida, el que parte y reparte deja para
sí la mejor parte. Seguidores de ambos lados seguirán yendo a escuchar sermones
de vez en cuando, a grandes templos o campas con aeropuertos, para mantener el
teatrillo. Seguirán captando adeptos para sus obras, con sus respectivos 3%. Ellos,
mientras tanto, seguirán con su juego cruento, exigiendo sacrificar los cuerpos
para que las almas se acumulen en pequeños paraísos del Caribe, Pacífico, en
los Alpes, o bajo un peñón. Y quienes no comulguen con su verdad serán tachados
de herejes, desposeídos, anulados, encarcelados.
Ayer fue el día mundial por la libertad de prensa, hoy la
prensa libre nos vende en todos los diarios las bondades del pacto. El acuerdo
está hasta en la sopa. Al igual que sus firmantes, el pacto se vuelve omnipresente,
omnipotente y omnisciente. Bajo sus letras y números se esconde el mismo robo
de siempre. ¿Pero qué voy a saber yo si siempre he sido un hereje?
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