DEL 15-M AL CABREO
Han pasado ya 6 años desde que se ocuparon las plazas. Ha
llovido mucho pero no se ha limpiado nada. Más bien pareciera lo
contrario. Hoy la porquería desborda por todos los costados. La corrupción, las
imputaciones, el regreso al pasado que nunca se fue. Homenajes al fascismo,
saludos romanos, camisas azules con exministros sujetando féretros, o ministros
en activo homenajeando a caídos en la Santa Cruzada que aniquiló el enésimo
sueño inacabado.
En 6 años han ocurrido muchas cosas, tal vez demasiadas. ETA
ha entregado las armas, y sin embargo, las cárceles siguen llenas y cada día es
más fácil caer presa. Se cae la máscara al Sistema. El problema no era
terrorismo, siempre fue, es y será disidencia, y así se vacían las calles y se
llenan las celdas de Alfons, de Bódalos, de titiriteros, de jóvenes de Altsasu,
de apologetas en la red siempre que tengan tendencias rojeras, que los que
piden taxis, esos siempre caen de pie.
Lejos queda 2011 y el Arenal bilbaíno dónde pueblo fuimos,
soñamos, creímos. Hoy, pasada la euforia, combatimos. Los pies en el suelo, el corazón
en el sueño. Hemos caído tanto, pero siempre volvemos. De derrota en derrota
que no nos falle el desconsuelo. Mirada altiva. Donde nos equivocamos
aprendemos. Teniendo claro que la urna no es final sino principio. Ganar el futuro
nunca fue sencillo.
Se llenaron las plazas. Lemas, gritos, indignación. Después
vino el silencio. Nadie explicó que aquello podía ser el comienzo. Nuevos
partidos hacen el ridículo en viejos parlamentos franquistas. Para tomar los
cielos por asalto no bastan papeletas, hace falta gimnasia, no ponerse de
perfil. A ambos lados del Ebro sirve la reflexión, pero algunos, más que una reflexión,
necesitan un cedazo. Senadores de la OJE, ex franquistas como gurús, jueces
estrella que cerraban periódicos dando lecciones de libertad. No había arena de
playa bajo los adoquines, aunque tampoco se molestaron en levantarlos, no se
fueran a ofender los eternamente ofendidos.
6 años 6. El cambio prometido nos ha traído más de lo mismo.
Y así seguiremos si seguimos regalando la calle, el tajo, nuestro espacio, y
nos limitamos a combatir en los suyos, donde lo tienen todo ganado. En seis
años la línea del frente ha quedado marcada. Sabemos nuestras posiciones de
partida. Llega el tiempo de pasar a la ofensiva, dejar la tibieza, esa que
quienes gobiernan nunca han usado, ni utilizado. De la indignación al cabreo.
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