FOLLAD TODAS
REVUELTAS
Ayer fue 17 de mayo. Una fecha muy importante en mi vida que,
sólo por casualidad, coincide con el día contra la LGTBIfobia. Os puedo
asegurar que para mí, que siempre me ha importado más bien poco como organiza o
desorganiza su vida el resto de la humanidad, se me hace muy cuesta arriba
entender que alguien pueda discriminar, menospreciar, atacar a otra persona por
su forma de relacionarse con otras. Por su manera de amar, besar, desear,
follar. Allá cada uno y su cadaunada. Será por eso que cuando se acercan estas
fechas que ponen en solfa el modelo hetero-patriarcal en el que vivo y del que
soy parte y sustento, ya sea el 8 de marzo, el 25 de noviembre, 28 de junio,
este 17 de mayo u otras, lo que más me enerva son las reacciones absurdas de
quienes buscan perpetuar este absurdo modelo social. Porque absurdo es escuchar
al macho de turno reivindicar el “día del hombre” todos los 8 de marzo, hablar
de la inmensa lacra social de las denuncias falsas en el mes de noviembre, o,
esta me encanta, hablar de la dictadura de género, del género gilipollas que
hoy no estoy para lo políticamente correcto.
Hoy escribo este post espoleado por algunas de esas conversaciones,
y comentarios absurdos en redes sociales que tuve que engullir ayer. Lo hago
desde las vísceras, así que quizás en algún momento me meta en un fangal, pero
sin llegar al nivel de ilustres machirulos revertianos y mejides, espero. El
caso es que ayer los grupos municipales de la ciudad donde resido aprobaron una
declaración institucional cuyo titular venía a ser “por una ciudad donde la heterosexualidad no sea la norma” y claro,
pues tuvieron que salir los y las de siempre con sus perogrulladas de cena de
nochebuena. “Tenía que ocurrir, ahora lo
normal será ser marica o bollera” Dios, perdónales porque yo no puedo.
No tengo tiempo, ni ganas, y tampoco capacidad para daros una
master-class sobre el tema. Si tenéis interés seguro que encontráis material,
personas y asociaciones que os podrán iluminar mucho mejor que yo sobre el
tema. Yo al contrario, voy a intentar romperos aún más los esquemas. ¡La
heterosexualidad es un mito! Y la homosexualidad. Y la bisexualidad. Y la
asexualidad no digamos. En realidad todo se resume a que somos animales
sociales que nos relacionamos con otros animales de nuestra especie de muy
diversas maneras, y somos seres sexuales y sexuados. Somos tan diversos en
nuestras relaciones como lo somos en nuestros gustos con el café. Sólo,
cortado, con leche, sin leche, con un terrón de azúcar, con dos de moreno,
sobre tu ombligo.
Fíjate como van creciendo las siglas, lesbianas, gays,
transexuales, bisexuales, intersexuales y más (LGTBI+) Matices, diferencias,
debates, y opresiones, mucha opresión contra las ¿minorías? Sí, claro, porque lo
“normal” es ser heterosexual. ¡Y una mierda! Ay, si el sexo no se mantuviera
clandestino, si tuviéramos una cámara en cada alcoba, si no viésemos asesinatos
en prime time y follásemos en la oficina. Cuántas “pajillas sin mariconadas”.
Cuantos tríos. Cuantos “machos” probando el strap-on de su pareja. Cuantos “bi-curiosos”
Cuantas ventas por catálogo de lencería femenina. Porque sí, porque la norma no
es la heterosexualidad, porque la heterosexualidad es la norma, la ley que nos
han impuesto. Al margen de la ley, te perseguimos, o te tachamos de rarita y
con buena voluntad te permitimos vivir, incluso te reconocemos derechos. Equipárate
a nosotros, los puros y buenos heteros, no nos hagas dudar, no nos hagas creer que
la norma es la diversidad. No nos hagas dudar de la heterosexualidad.
Deconstruyámonos para empoderarnos, para vivir. Por mi parte
te aseguro que me la sudan tus gustos, tus deseos. Haz lo que quieras que te
haga feliz, y déjame ser feliz con los míos. Si eres de misionero con luz
apagada, o llevas cilicio en el trabajo, allá tú. Ahora bien, mientras tu
intolerancia la paguemos los demás, juro y perjuro que te combatiré, no por
odio, sólo por amor, amor a mi libertad.
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