LA COMEPOLLAS VIVE
Ni es la primera vez, ni será la
última que escriba sobre este tema, pero
como las mareas, éstas siempre regresan y con ellas suelen venir los restos de
naufragios anteriores. No aprendemos, o no queremos aprender, o simplemente
creemos saberlo todo. Sea como fuere, una y otra vez tropezamos con la misma
piedra hasta enamorarnos de ella y entonces la hacemos nuestra y se convierte
en parte de nuestra verdad. Lo que sea con tal de no reconocer nuestros
tropiezos. Porque ya se sabe que tropezar nos permite avanzar más rápido hasta
que besamos el suelo.
La última
polémica a la que me abrazo versa sobre el nepotismo y su utilización por la
marabunta crítica que, consciente o inconscientemente, termina cayendo en el
machismo más clásico. Sí, hablo de Irene Moreno, como hablé en su momento de
Ana Botella, o cómo podría hablar de tantas mujeres que día a día son
catalogadas como “la mujer de…” Y
aquí no se libra ni el tato. Ni izquierdas ni derechas. Y es que, yo no soy
machista, PEEEERO esas mujeres no tienen capacidades, sólo son parejas de sus
jefes, y así va todo.
Si utilizáramos
métodos científicos para analizar estas situaciones probablemente nos diéramos
cuenta de que en la mayoría de los casos no se trata de nepotismo, sino
simplemente de una cuestión de probabilidades, pero eso no importa. No importa,
ni se tiene en cuenta que no es extraño que existan, crezcan, y nazcan
relaciones al calor de la militancia. Personas que se conocen militando, que
pasan más horas militando que en su casa, y que esa relación acabe con la
militancia de una de las partes, generalmente la de la mujer. Porque sí, porque
digáis lo que digáis, seguís pensando que una mujer que llega a la cima lo ha
hecho arrodillándose.
Ojo, que no
defiendo que Irene Montero sea la persona más capaz para ser portavoz de
Podemos, ni lo sé, ni me toca. Qué quizás la forma no ha sido la más acertada.
Quizás el momento. Todos los quizás que queráis, pero a la hora de la verdad,
el argumento principal es que ella es “la
pareja de...” Y repito; aquí no se
libra ni el tato. Que todos hemos visto y oído ese argumento en alguna ocasión,
da igual la validez de la mujer, siempre es y será “la pareja de…” y si no tiene pareja, entonces se sembrará la duda
sobre sus rodillas.
Cómo ya he
dicho, me da igual si Irene Montero es o no la persona indicada para ser
portavoz de PODEMOS, ya que yo nunca votaría a una veleta para combatir al
viento. Esa no es mi guerra. Lo que me duele es que desde organizaciones y
militancias que se dicen feministas se utilice de esta manera argumentos
machistas. El nepotismo es un cáncer, y hay que terminar con estas prácticas,
pero generalizarlo no es una solución, y en todo caso, de haber dudas, debiera
haberlas sobre los procesos. Por cierto, nepotismo es el trato de favor hacia
familiares o amigos, a los que se
otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en
cuenta otros méritos. Pero de esa amistad surgida en los diversos ámbitos
informales, bares o canchas de pádel, poco o nada se habla, y cómo ya he dicho
en un post
anterior ese es, a día de hoy, el gran nepotismo galopante de la militancia, no
sólo política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario