ULTRAS, FASCISTAS Y
PABLO CASADO
El término ultra saltó de los estadios a la calle. La
equidistancia escorada a la derecha sabe trabajar la opinión pública. Igualar,
equiparar a asesinos con quien les hace frente. ULTRAderecha contra
ULTRAizquierda. Los extremos se tocan. Repetir una mentira mil veces no la
convierte en verdad pero se asume como tal. Así que, cuando los “pollos” vuelan
libres y los taxis se quedan sin plaza, a la opinión pública le cuesta
pronunciar la palabra fascista. Son ultras, y los ultras, ya se sabe, son igual
de malos los unos que las otras.
Pero la realidad es tozuda. Se puede mentir a uno toda la
vida y o a todas durante un rato, pero
no se puede engañar a todos todo el tiempo. En las últimas semanas ocultar el
hedor es imposible a no ser que vivas entre la mierda, a no ser que seas tan
fascista como ellos. No es una cuestión de Catalunya. No es una cuestión del
independentismo contra ese ente salido del sueño del dictador. Es el falangismo
que ve tambalearse el sistema en el que estaba tan cómodo y despierta.
Ayer fascistas reventaron cabezas en Valencia, curiosamente
se vieron pocas banderas del aguilucho, quizá porque saben que eso no vende,
son sólo “españoles de bien”, y eso es lo que da miedo, pensar que pueda haber
una gran mayoría de “españoles de bien”.
No es tiempo de equidistancias. Es la libertad, estúpido. Nos
jugamos el futuro, nosotras y vosotras. Desde el Estado, desde el poder lo
tienen claro, y ayer lo dejó claro su vocero amenaza en boca. Primero
recordando penas sumarísimas a dirigentes que fueron elegidos democráticamente,
después recordando que, gracias a las equidistancias, el Estado tiene una
herramienta fantástica para su demofobia. Porque sí, porque cuando se aprobó la
Ley de Partidos la aprobaron para los malos muy malos, no iba con vosotras.
Ahora dice Pablo Casado que el PP no ve con malos ojos ampliar la casuística a
los partidos independentistas, y claro, puede que sigas pidiendo diálogo, que
no va con vosotras. Mañana la ampliarán a aquellas ideologías que ponen en
riesgo el marco de convivencia y unidad del Estado, y ahí, ahí ya estaréis
vosotras, pero no os quedará quien os apoye.
Podemos seguir rasgándonos las vestiduras cuando el fascio
toma las calles, o podemos combatirlo desde todos los frentes, y eso incluye
apoyar a quienes ponen en cuestión la comodidad del Régimen. Eso incluye
ponerse del lado de Catalunya en estos momentos, porque la solidaridad es la
ternura de los pueblos, y ésta es la primera batalla, mañana puedes ser tú.
Pero si cuestionable es la equidistancia, miedo dan quienes
coquetean y hacen el caldo gordo al fascismo, quien alimenta a la víbora no
puede pensar que ésta no le va a morder. Utilizar a ese fascismo como arma de
choque para que hagan el trabajo sucio y creer que éste no se cobrará un precio
es ingenuo a la vez que peligroso. Eso es el Partido Popular, un CEDA moderno,
plagado de herederos del franquismo, que coquetea insistentemente con el mismo,
creyéndose capaces de controlarlo, de usarlo, aunque para ello deba mantener a
ese fascismo con unas cuotas de poder muy peligrosas. Pero no todos son
fascistas, no puedo creerlo. Gil Robles, que jugó y apoyó políticas fascistas,
llegado el día vio recompensada su fidelidad con la persecución y el exilio.
Harían bien, algunos como Maroto, en poner sus barbas a remojo.
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