NO HABRÁ REFERÉNDUM
Recuerdo que van a hacer 10 años que me embarqué en este
proyecto político. Recuerdo que entonces, al poco tiempo de echar a andar, en
una conversación informal con Oskar Matute después de una reunión, le comenté
que antes de que en EH se dieran las condiciones para plantear un proceso hacia
la independencia serían los catalanes quienes la declararían de forma
unilateral. También dije en aquella conversación que la respuesta española
sería contundente. Ojalá me equivoque, pero el caso es que ayer el Parlament dio
luz verde a la Ley del Referéndum, y la respuesta del Estado no se está
haciendo esperar.
Desde hace unos días a través de las redes y de los propios
medios de comunicación se vienen lanzando advertencias a quien las quiera
entender. Empezaron por desenterrar el antecedente republicano, recordándonos
cómo terminó todo en 1934. 46 muertos y todo el Govern entre rejas, recordaba
ayer mismo en un titular siniestro “El Confidencial”. Y no fueron pocos,
políticos del PP incluidos, los que se dedicaron a difundir una imagen de la
declaración de Estado de Guerra en Catalunya dictada por el Ministerio de la Guerra (sin los maquillajes actuales que
esconden para que se tiene un ejército).
Pero si en la previa ya se estaba elevando el tono de los
mensajes, desde que se inició el debate de la Ley, estos llegaron a la
estratosfera. De forma más sibilina o más directa, las amenazas a través de las
redes, en ruedas de prensa o en forma de titular se van encaminando hacia
justificar cualquier acción para frenar el derecho democrático de un pueblo a decidir
su futuro. Mientras, a la Guardia Civil en Catalunya les retiran permisos y les
mandan a vigilar una imprenta donde podrían estar preparando… ¡Papeletas! Por
no obviar que hace tiempo que la población de blindados aumentó de forma
considerable en la base militar del Bruch.
Llamadme catastrofista, pesimista, pero así lo veo. En breve
el Tribunal Constitucional dictará que lo aprobado ayer en el Parlament y todo
cuanto pueda venir referente al proceso de desanexión es ilegal y los anulará.
Se dictarán condenas penales contra los y las miembros de la Mesa del Parlament
y muy probablemente, ante la desobediencia del Legislativo catalán, la
suspensión de la autonomía catalana. Imagino que la respuesta del pueblo
catalán no se hará esperar y tomarán una vez más las calles. Si les dan tiempo,
supongo, que crearan una Asamblea Constituyente paralela que será la encargada
de declarar la Independencia de manera unilateral. Tampoco tendremos que
esperar para ver la militarización de las calles. Y todo antes de que una sola
urna sea colocada.
Con todo esto quiero decir que entiendo y comparto la ilusión
por todo lo que se está viviendo en Catalunya. No me confunden, ni engañan los
pseudodemócratas que gobiernan el Reino intentando convencerme de que votar es
una dictadura y amenazar con el ejército un ejercicio democrático. Tampoco va a
menguar mi apoyo y solidaridad para con Catalunya. Pero no puedo compartir el
ambiente de algarabía generalizada que veo a mi alrededor. Al contrario,
empieza a preocuparme seriamente que nadie se haya puesto en lo peor. Que no
tengamos respuesta.
Escucho demasiado eso de que “no se atreverán” o aquello de “si
lo hacen habrán perdido”. “Venceréis
pero no convenceréis” dijo Miguel de Unamuno y fueron 40 años de dictadura
y 40 de prórroga. “La comunidad
internacional no lo permitirá”, y seguramente haya declaraciones airadas
contra los desmanes totalitarios de Madrid, tan duros como los que recibe de
vez en cuando Mr. Erdogán. Incluso sanciones, como las que acumula en un cajón
el Gobierno del Reino de España por incumplir los Derechos Humanos.
Sinceramente, echo en falta que además de soñar con estar
como “observadores internacionales” en un día que podría ser histórico para
Catalunya y para el resto de pueblos peninsulares, nos preparásemos para ir de
escudos, para estar en las calles de Catalunya haciendo frente, hombro con
hombro, a la respuesta estatal. Echo a faltar no infravalorar la estupidez que
caracteriza a los gobiernos históricos del Reino. Echo a faltar que nos
preparemos para lo peor.
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