L´ESTACA
Un hombre de apariencia gris vestido de riguroso luto detrás
del atril. Tras él un enorme escudo de los Borbones. Algo esquinadas dos
banderas, la del Reino y la de Europa. La imagen me lleva a las ruedas de
prensa hollywoodienses en la White House, y me imagino a este hombre cetrino,
algo ceceante, creyéndose en poder de los códigos nucleares. Habla tratando de
trasmitir serenidad y firmeza, cual General al mando. De su boca salen
amenazas, viéndose quizá cómo un Donald Trump de provincias subido al púlpito
de las Naciones Unidas. “No tendremos otra opción que destruir totalmente a
Corea del Norte”. Porque el maltratador nunca es el culpable, la culpa es de la
víctima, bien lo sabe la mitad de la población. “Están a tiempo de evitar males
mayores”, ríndanse. “Regresen a la Ley y la Democracia (¿orgánica?)”.
A 624 km de allí, en el puerto de Barcelona, 4000 agentes de
policía embarcan en sus casas flotantes. Llevan democracia para repartir con
sus porras, sus peloteras, y sus armas cortas y largas. El día ha sido largo
registrando sedes, consellerias, empresas. En muchos casos sin orden judicial
siquiera, para qué, tienen la fuerza del matón. Frente a ellos un pueblo digno
echado a la calle, bailando, cantando, a veces con caras tensas, con temor pero
sin miedo. Los policías también son pueblo, pero no lo saben porque con su
placa les dieron su cuota de poder contra el débil.
La prensa nos cuenta la feria según le fue en ella. Cada cual
a su gusto y para sus clientes. Periodistas de cadenas televisivas que llaman
nazis a los catalanes independentistas se adentran con micro y cámara en la
marabunta de gente que está defendiendo sus instituciones. La cámara se mueve
agitada. El periodista dice que no le dejan trabajar. Nos trasmiten la guerra,
una guerra inventada. Llegarán a pagar por las
imágenes como hacía aquel reportero de guerra ahora venido a intelecto
patrio con letra T en la RAE. Editoriales incendiarias escritas en las cavernas
prenden un fuego que quema pero no arrasa la voluntad de un pueblo que ya se
fue.
Cualquier noche de estas (A)manece, soñaba un joven ácrata
que alternaba el paro con empleos mal pagados. Nos roban, nos explotan, nos
engañan, gritaba. Sólo escuchaban cuatro. La burbuja se iba inflando. ¿No oís vuestras
cadenas? Y se rompió el sueño pero no terminamos de despertar. Su zapato cada
vez más cerca de nuestras cabezas. Silencio. Y un pueblo que se sueña nación se
está convirtiendo en despertador. Caen las máscaras y los actores quedan al
descubierto. Ellos nunca se fueron. La estaca no cayó, seguía bien amarrada al
suelo, sólo la tintaron de democracia. No es su lucha, no es una sola lucha.
Catalunya tira por allí, si tiramos nosotros por aquí seguro que esta vez sí
que cae. No me vendas equidistancias rancias. No te excuses en luchas que no
has hecho ni cuando te robaban tus derechos. El agua tibia en la ducha, hoy me
quemo. Quiero ser Barcelona, Terrasa, Vic, Girona, Manresa, quiero ser pueblo.
También quiero ser Vallekas, Marinaleda, aceitunero en Jaén, Irmandiño en Santiago.
Hoy quiero ser vida en movimiento frente al hombre de luto y su séquito. Hoy
canto al vent, vuelve a haber arena de playa bajo las ramblas y hay esperanza,
quizá también la haya bajo la Virgen Blanca.
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