jueves, 20 de julio de 2017

La Colonia que se cree Imperio

LA COLONIA QUE SE CREE IMPERIO

Castilla se hizo Imperio allá por el medievo. Se proclamó España sobre Tirios y Troyanos. Expandió su dominio allende los 7 mares. Y se replegó sobre sí misma. Hoy aún mantiene pueblos bajo su yugo, pero de Imperio no le queda nada. Nunca se adaptó Castilla a la máquina de Vapor, acostumbrados sus nobles a “vivir de la renta”. Sin burguesía amante de las guillotinas ninguna revolución político-social arraigó en la Meseta. Y no por falta de intentos, desde todos los frentes y pueblos. Comuneros, Irmandinhos, els segadors… Intentos todos frustrados a sangre y fuego. Sin inversión, la España Imperial perece en su inacción. Poca industria, precaria, de primera transformación a excepción de pequeñas islas vasca y catalana, pueblos ajenos a la planicie esteparia peninsular que aplicaba políticas coloniales hasta en sus límites territoriales. Paseen por Extremadura, Andalucía, Canarias. Y con esos mimbres entró Castilla al siglo XX.

El siglo del transporte dónde el automóvil se hizo Rey y un Dictador genocida trató de subirse al carro. Sin convicción. Sin tejido industrial, ni industriales convencidos, con nobleza y clero cómodos en sus privilegios. Y Castilla, España por la gracia de Dios y un sinfín de sangrientos criminales, se convirtió en Colonia. Ofreció a su pueblo como materia prima. Trabajadores de maquila para los imperios del Atlántico Norte. Industrias francesas, alemanas, estadounidenses alimentando los estómagos penínsulares, y los bolsillos del arriendo de la nobleza. Sol, playa, y mano de obra barata.

Desaparecieron las distancias. El mundo es un pañuelo. Las que eran colonias extractivas las convirtieron en productivas, y la industria imperial en suelo hispano se desplazó a los nuevos nichos. África, Sudamérica, Asia. China despierta. En España sol y playa, fábrica de tabernas, pero orgullosos. Siguen Cara al Sol. Aunque sea atendiendo un chiringuito. Mantienen sus colonias, sus pueblos oprimidos y se siguen creyendo Imperio.


Y viene orgulloso de la Metrópoli un gobernador, a vender en Gasteiz las bondades de estar bajo el mismo mástil. Se saben con el favor de la nobleza de la colonia con la que acuerdan la estabilidad castellana. Y nos dice Alfonso Alonso con orgullo, desde la planta de una multinacional germana, que España es la segunda productora de vehículos del mundo. Sin marca propia, sin tecnología, maestros del ensamblaje a precio competitivo. Rindiendo pleitesía periódica al Señor no se vaya con la fábrica a otra parte. Tratando al Gobernador Titos como empresario. Viajando Lehendakaris a Stuttgart a prometer mayores prebendas. No hay salida si franceses y germanos se van con la música a otra parte, tampoco parece nadie estar preocupado. Sin alternativas, orgullosos de que vengan a visitarnos más y más ciudadanos imperiales a disfrutar de nuestra gastronomía, nuestras ermitas de Rocadragón. Somos colonia de la colonia. Una sola esperanza, que els segadors marquen camino en octubre y despertemos.  

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