EL REGRESO
Dicen que
como en casa en ningún sitio, y pueden decir lo que quieran pero yo les aseguro
que estaba bastante mejor recorriendo la costa cantábrica en autocaravana que
de regreso a la rutina diaria. No es hoy el primer día de laboro de quien
escribe, pero sí el primero en el que dispongo de un rato para escribir éste
post. Y es que el aterrizaje o alunizaje al día a día no ha podido ser más
brusco, y aquí me hallo cual Ted Striker teniendo que soportar a un montón de
doctores Rumark. (Si eres lo demasiado joven como para haber visto la película “Aterriza
como puedas” enhorabuena, y disfrutalo)
Septiembre y
los lunes, menudo título para un dramón o un grupo de melodías deprimentes. Y
si septiembre por si mismo no fuera suficiente, va el Sr. Urkullu, otro que es
la alegría de la huerta, y decide poner unas elecciones al Parlamento Vasco después
del empacho de “Generales” que aún no sabemos si nos producirá reflujo en
Navidad. Y, ale, pues que ya estamos de campaña.
Cómo en
cualquier campaña electoral que se precie en el Estado lo primero e
imprescindible que no puede faltar es un ataque a la Democracia en el día de su
fiesta, de modo que, la primera en la frente, inhabilitación para el Sr Otegi.
La culpa, por supuesto, es del inhabilitado y sus hordas, y si no se lo creen
no tienen más que escuchar a los Jeltzales que estos días aprovechan cualquier
tribuna, tribuncilla, o silla para gritarlo a los cuatro vientos. No se cabreen
en Madrid y el PP haga caso a C´s y se les acabe el chollo. Cuando uno defiende
un Sistema Feudal… Floral… digo Foral a capa y espada no está bien visto
meterse con el Señor que nos presta la Makila. Pero no me extenderé con ese
tema porque bastante información sobre el mismo tenemos a todas horas.
Mientras
tanto en el Circo Máximo de los Diputados continúa el esperpento. Me cuentan
por el pinganillo que PP y C´s han firmado un pacto cuya suma es igual a X,
siendo X minoría y mayoría un batiburrillo de letras que no se ponen de acuerdo
y hacen complicado resolver la ecuación. Ahora me gustaría ver a algún profesor
de matemáticas de infausto recuerdo en el encerado intentando resolverla,
porque cualquiera de los resultados posibles da error, bien por involución
democrática si los pactistas finalmente consiguen llevar a buen puerto el
acuerdo con el apoyo de algún indecente, bien porque no lo hacen y la comida
familiar de Navidad la tenemos que trasladar al colegio electoral más próximo.
En fin, éste
es el presente y así se lo hemos contado. Después me preguntarán por qué
prefiero regodearme en el pasado, en ese tiempo no tan lejano en el que me
bañaba en pelotas en una playa nudista, donde, por cierto vino a mi mente un
debate sobre centímetros textiles y derechos individuales. ¿Por qué siempre
vemos la paja en ojo ajeno y nunca la viga en el nuestro? Por qué no
reconocemos que el hecho de bañarnos en bikini, bermudas, y otras prendas, poco
tiene que ver con la practicidad y si mucho con la moral que nos exige cubrir
nuestras partes “impúdicas”. Y es que si lo reconociésemos así quizás nos diéramos
cuenta de que el debate es tan sólo sobre unos centímetros textiles aquí y
allá. Que ambos contendientes, por el contrario, están de acuerdo en catalogar
como impúdico, incívico y persiguen y sancionan a quienes para el baño y el
gozo solar preferimos la desnudez. Debatimos sobre grados de represión, no
sobre libertad, porque no a todas nos asisten los mismos derechos, ni siquiera
en el gozar playil. Así, si a mí se me ocurriera desvestirme en Samil, raudos y
veloces acudirían agentes del Orden y la Ley a cubrirme. Pero, sin embargo,
cuando después de tener que recorrer abruptos senderos, en la mayoría de los
casos, para acceder a una de las escasas playas catalogadas para nudistas, no
será difícil encontrar gentes “textiles” observando “el paisaje” con sus
bañadores último modelo cubriendo sus genitales, los mismos por los que yo me
he de tragar su moral.
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