¿CON LA QUE ESTÁ CAYENDO?
A
quién no le ha ocurrido que, al ponerse a preparar la cena se da cuenta de que
en su despensa falta el ingrediente fundamental para realizar ese plato tan
suculento del que tenía antojo. Eso mismo me acaba de ocurrir a mí.
He
regresado de pasar todo el día en ese “marco incomparable” que es Donosti, y
aunque no he pisado la Kontxa, pues otros temas más serios me requerían en la
Bella Easo, he llegado “jarto de caló” y con ganas de una cena suave y
fresquita. Y por eso de la multiculturalidad y el internacionalismo, que mejor
que preparar un gazpacho bien fresquito. Sin embargo, al abrir la nevera
descubro con estupefacción que los tomates brillan por su ausencia.
Sin
pensarlo mucho me he vuelto a vestir, (con esta calor uno va medio en bolas por
casa) y me he dispuesto para hacer una visita rápida a la frutería del barrio,
que está a unos largos 15 minutos de mi casa, y justo en el mismo instante que
he abierto la puerta del portal el cielo plomizo ha empezado a caerse sobre mi
cabeza, y claro, no nos vamos a engañar, mi sangre, heredera de los Celtas por
vía galega, me ha recordado que eso es muy peligroso. De forma que he regresado
a la seguridad del hogar.
Sorprendida
por mi rápido regreso mi compañera me ha preguntado si me he arrepentido, y
claro mi respuesta no podía ser otra. –Mira a la calle, ¿A donde voy a ir con
la que está cayendo? Ella se ha limitado a asentir, y yo he sustituido mi gazpacho por una ensalada
huérfana de rojez.
Y es
que eso es lo que tienen en común las crisis capitalistas y las tormentas, que
a uno le hacen temer por su integridad, por su futuro, y ante eso, preferimos
seguir los dictados de los Jesuitas; “en tiempo de crisis no hacer mudanzas” y
nos recogemos en nuestro interior, nos adaptamos a la situación de la mejor
forma que sabemos y esperamos a que escampe.
Sin
embargo, las tormentas son derivadas por las condiciones meteorológicas, y
aunque podemos predecirlas, no podemos evitarlas. Pero, las crisis no caen del cielo, las
producen otros seres humanos, esos que buscan peces en el rio revuelto, y que
saben que en estos tiempos en que los conejos se agazapan en sus madrigueras es
más sencillo que caigan en las trampas.
Todo
eso redunda en que “ellos”; la burguesía, los oligarcas, los reaccionarios, los
que no admiten ni tan siquiera que el Patriarcado existe y es la forma más
antigua de opresión, aprovechan para imponerse con mayor fuerza, y sin ningún
tipo de rubor. Así, aprueban reformas laborales que nos retrotraen a siglos
pretéritos, recuperan con el apoyo de la ortodoxia religiosa la importancia de
la familia como célula madre del Sistema Capitalista, para realizar las tareas
de cuidados que el Estado no está dispuesto a asumir y que garantizan que los
esclavos del siglo XXI puedan seguir produciendo y las mujeres regresen a la
cocina, al tiempo que niegan e invisibilizan la violencia a las que les someten
los machos en sus casas. A partir de ahora podrás pegar a TU mujer con total
impunidad, solo has de evitar pasarte y que la tengan que hospitalizar. Claro
que si continúan con la privatización de la sanidad, en breve ni ese problema
tendrás, con no pagarle un seguro...
Y la
crisis continúa, por que todavía no nos han exprimido lo suficiente. Y
nosotros, conejitos y conejitas (sin ánimo peyorativo) metidos en nuestra
madriguera, cuando alguien nos diga que hay que hacer algo por romper con este
sistema injusto, asesino y criminal podremos seguir diciendo eso de “con la que
está cayendo, mejor esperar a que escampe”.
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