THE
QUINQUI´S REMAKE
Todo pasa y
todo queda
pero lo
nuestro es volver,
volver
siempre al pasado,
pasado sin
avanzar.
(Y que me
perdone Machado)
Si
a estas alturas alguien no sabe que eran los quinquis sólo hay tres opciones,
la primera que tengas menos de 30 años, la segunda que siempre hayas vivido en
las zonas privilegiadas de tu ciudad, bien protegido en tu burbuja, y la
tercera, la más peligrosa, que tengas amnesia selectiva y hayas olvidado más de
dos décadas, final de los setenta hasta principios de los 90. Sin embargo,
puedes estar tranquilo, los medios de comunicación, con El
Correo a la cabeza se han dispuesto recordártelo, eso sí, sin ahondar en
las raíces del problema, no vayas a descubrir que vives en un mundo de mierda.
De
pronto parece que la violencia juvenil ha surgido de la nada. Varios casos
macabros de menores de edad asesinando y dando brutales palizas a otros jóvenes,
a adultos y a personas en la tercera edad, y ya tenemos el maíz para las
gallinas. Nos presentan a una juventud violenta en extremo, organizada, pero
por supuesto no toda la juventud. Nos enseñan un perfil concreto, menor de
edad, pobre de solemnidad, marginado, y si pueden, inmigrante. Es el regreso de
los “DJ”, delincuentes juveniles. Y buscan la respuesta rápida y contundente, y
la sociedad no falla al llamado. ¡Más policía! ¡Mayores condenas! ¡Menos
permisividad para los menores!
¿Qué
hacemos mal? Se preguntan de forma retórica, e incluso hay algunas personas que
llegan a cuestionar el funcionamiento de los servicios sociales. Esos son los “progres”,
porque los conservadores lo tienen claro, la culpa es de los padres que…
Pero
claro, no hay nada nuevo bajo el sol. No hace más de 30 años que vivíamos otro
apocalipsis juvenil. Años duros para ser joven en el Estado español. Sí, sí,
los años que ahora nos venden los nostálgicos como los mejores años de nuestras
vidas. Los años de la “movida”, del punk, de la Bola de Cristal. Pero aquellos
años también eran los de la heroína, de las reconversiones industriales, del
paro galopante, de las bolsas de pobreza, del “NO FUTURE”.
No
hay futuro. Cientos de miles de jóvenes vivían un presente de mierda que sólo
podía significar un futuro peor. Sin esperanzas ni salidas, vivir al día era la
mejor solución. Hoy soy joven, soy inmortal, tengo un poder, la violencia, y la
utilizo, porque contra mí están utilizando la peor de las violencias, la
social. La marginación, la exclusión, la pobreza, son sus armas, la mía es
vivir al límite, tomar lo que necesito y deseo, tomarlo sin valorar
consecuencias. Al fin y al cabo, el final para mí será el mismo.
Por
esa misma razón, porque el mañana no existe y mi futuro ya me lo habéis
marcado, de nada servirá más cárcel, más represión. Ya sabía que terminaría
ahí, o peor, así que no tengo nada que perder, al contrario, echad más gasolina
al fuego, aseguraos de que no se apague la llama, perseguidme, detenedme,
marginadme aún más y tendréis una bonita hoguera de tamaño colosal. Llenad
barrios como Vallekas de pisos de traficantes, volved a llenar las calles de
drogas. Seguid animando la estigmatización de colectivos sociales, inmigrantes,
gitanos, pobres en general, barrios enteros. Bailad pirómanos, bailad en
vuestro nuevo San Juan. Y escandalizaros cuando os toque en vuestro barrio, en
vuestro vecindario. Cuando las víctimas sean ancianos en vuestra ciudad con
museos de titanio.
Si
mirásemos al pasado con ansias de aprender de nuestros errores jamás
permitiríamos gobiernos que nos roban. Jamás permitiríamos que la acumulación
indecente de riqueza genere bolsas indecentes de pobreza. Jamás permitiríamos
que se estigmatizara a nadie por su origen o condición. Jamás repetiríamos los
errores que cometimos. Pero no hemos aprendido que a quien no tienen futuro
sólo darle un futuro le salvará. Empleo, poder, participación, esa fue la
receta que acabó, o al menos redujo, con los quinquis de entonces, y esa es la
única receta que existe, lo quieran ver o no.
Parece
mentira que 40 años después sigamos repitiendo los mismos errores. Quizás no
entendimos los gritos desgarrados de Eskorbuto, Cicatriz, La polla, Los
Chichos, Los chunguitos… Quizás nos creímos de verdad que la “movida” fueron sólo
jóvenes “progres” de fiestón y no cazadoras vaqueras con borreguillo, un
ducados en la boca y la papelina en los jeans elásticos. Quizá es que no
pisabas los “barrios”, quizás no veías a los yonkis. Quizá eran lumpen para ti,
como lo son hoy esos jóvenes violentos que alimentan tu sensacionalismo. Quizá
es que, simplemente, te crees mejor que ellos, quizás querrías volver a poner
muros de hormigón en la autopista para no tener que ver El Pozo del tío
Raimundo, Gau lacho drom, Otxarkoaga, o cualquier realidad que te despierte de
tu mundo de privilegio. Quizá tengamos que volver a los clásicos.
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