ASÍ NO, TOVARICH
Leí en algún
sitio que escribir era un proceso de desahogo, de vómito de aquello que se nos
atraganta en el pensamiento. Que quién escribe no puede estar cuerdo, ni santo,
ni muerto. Y así, entre arcadas suelo ponerme frente al teclado, otrora folio
en blanco. Escupo palabras indigestas como gritos silenciados, que a algunos
gustan y otros desconocen, pero siempre con el valor de cumplir su misión,
liberarme y librarme.
Analizo
preso de mis limitaciones, limitado por mis desengaños, desengañado por los
años de romperme la cabeza contra las paredes inamovibles del Sistema. Y así
voy creando mi pensamiento, desarrollando mis ideas. A veces acertadas, errado
en otras, pero sincero en mi opinión e incoherencias. Y con ellas convivo,
también con mis certezas que reconozco minoritarias.
Entre esas
certezas puedo contar mi convencimiento de que, si esto no cambia, vamos hacia
una sociedad con un paro estructural que rondará entre el 15 y el 25% de la
población activa. Hablamos de más de 300.000 personas en Hego Euskal Herria que
vivirán parados o precarizados, en la inseguridad económica más absoluta. Y no,
no es una pedrada sin más, es la llamada revolución industrial 4.0, esa que nos
habla de que la robótica es el futuro y que sustituirá el trabajo manual, esa
que nos traslada a las películas futuristas, que nos habla de autobuses sin
conductor, de que el futuro ya esta aquí.
Ante esta
situación nos hablan de la imperiosa necesidad de formación. Mano de obra de
alta cualificación lo llaman. Y nos cuentan las bondades de ello, y que sólo
con esa alta cualificación encontraremos trabajo. Es fácil que encuentren
titulares del tipo “7 de cada 10 universitarios encuentran trabajo” metan en
google y lo verán. Y lo venden como un éxito, y disimulan con los 3 restantes,
el 30%. Y es que jugar a la media verdad es el éxito del Capitalismo. Pero no
explican, ni explicamos que sí, que es probable que si seguimos por este camino
sólo las personas muy formadas tengan un trabajo digno, y el resto peleen por
las migajas, sin embargo esto no va a ser porque se creen más puestos de
trabajo cualificados, sino porque desaparecerán el resto. Y esto, tovarich, no
es catastrofismo, sólo realidad.
Y sí, me
refiero a ti, tovarich, a ti con quien comparto muchos puntos en común, porque
de la burguesía nada espero. Sin embargo, tú sigues inamovible en la idea de
que el trabajo, el empleo, es la piedra angular sobre la que se asienta la
sociedad, y ese tiempo está pasando. Llega sin embargo un tiempo en el que hay
que hablar de reparto, de reparto del trabajo, de reparto de la riqueza, de
colaboración, y de poner la vida en el centro, por delante del empleo y la
economía. Y eso requiere debate tovarich. Requiere que hablemos en serio de
cómo vamos a repartir el poco empleo que habrá y cómo vamos a evitar que ese
reparto suponga una merma en las condiciones de vida, y al contrario, conlleve
una mejora en la misma. Yo, tovarich, lo tengo claro, eso pasa por un reparto
de la riqueza que en este nuevo tiempo no llega solo con la fiscalidad, sino
con una distribución directa de la riqueza. ¿A través de una Renta Básica?
Quizás, debatámoslo.
Y es que si
no lo hacemos nosotros lo hará la burguesía, quién, viendo lo que viene,
empieza a girar su discurso y ya empiezan a hablar sin tapujos de esa
posibilidad. Pero hay diferencias, porque ellos no hablan, ni creen en la dignidad, ni en derechos, sólo tienen miedo.
Miedo a que una población excesivamente empobrecida pueda ser peligrosa. Y ante
eso prefieren plantear una propuesta de caridad, sí, caridad para menesterosos.
Y lo llamarán Renta Básica y no lo será, pero ya nos habrán robado la palabra,
y con la palabra la idea, y sin ideas, tú ya lo sabes tovarich, sin ideas no
somos nada.