PABLO Y LAS CAMAS DE
HOTEL
Si las camas
hablasen serían tantos los secretos que podrían contar que probablemente nadie
quedaría indemne. Otro tanto ocurre con las alcobas, con las camas. Allí dónde
con la luz apagada, o encendida según los gustos, damos riendas a nuestras
pasiones. Algunas confesables, otras, que jamás confesaremos. Aunque de estas
últimas son mejores testigos otras estancias, allí donde os pilló el calentón,
ascensor, sobre la lavadora, en el baño, ¡cuántas veces en el salón! Pero sin
duda, las que se llevan la palma serán siempre las habitaciones de hotel. Allí
donde lo formal sale de la rutina, y lo clandestino se disfruta a horcajadas.
De los
hoteles sabemos pocas cosas. No nos interesan en exceso. Indagamos por el
precio, por las vistas, por la ubicación, aunque toda esta información es
superflua para los amantes. Pero si hay algo que a todos sin distinción nos
interesa de sobremanera, la limpieza. Deseamos entrar en una habitación
perfectamente ordenada, e inmaculada. Limpia al extremo. Y si pudiésemos
comprobarlo, desinfectada. Que a ver quién no ha visto un capítulo de CSI
pasando sobre la colcha de la cama la luz negra para comprobar los restos
resecos de fluidos corporales.
Por tanto,
podemos decir que si tienes en mente montar un hotelito, ya sea éste “con
encanto”, o “clase excelsior”, o “discreto”, o todo junto y a la vez, la
limpieza tendrá que ser tu prioridad. Eso lo saben muy bien los gerentes de las
grandes cadenas hoteleras, y por eso su nivel de exigencia para con las “kellys”
es tan alto. Pero ¡ya!. Nivel de exigencia por las nubes porque para eso solo
hace falta un látigo en forma de reforma laboral, y el miedo al desempleo. De
mejorar las condiciones laborales, o pagar salarios dignos, o invertir en
recursos que faciliten esa tarea ni hablamos. ¿Para qué? Si son sólo
limpiadoras. Es lo que hacen en casa gratis y aquí encima les pagamos. ¿4€ la
hora? 2 si es posible. Y por cama, que está de moda lo de la paga en función de
productividad, que se lo hemos oído a los emprendedores de moda, esos que hoy
dirigen una gran empresa, mañana la patronal y después descubriremos que no pagan
impuestos, estafan y cierran con millones en deudas y un patrimonio que no paga
impuestos en Las Caimán.
Ante esta
situación es imposible entender de qué se quejan las limpiadoras de hotel, ¿de
tener que hacer 15 camas al día? Buah, hay que ver cómo está el servicio. 15
camas, si yo he hecho la mía en alguna ocasión, cuando mi asistenta ha cogido
su día de vacaciones, y me ha costado 5 minutos. Me vas a comparar a mí hacer
15 camas con pasar 15 consultas en el ambulatorio. Demasiado bien pagado está
el tema. Y así, un tal Pablo Casado, cargo público del Partido Popular, se ha
ganado que la progresía estatal le esté hundiendo a memes, tweets, e insultos
de toda índole en redes sociales, prensa y televisión. ¿Se lo merece? Sí,
claro, pero algo más también, quizás, sólo quizás, desaparecer de la vida
pública, a un retiro espiritual en un hotelito, vestido con traje de Sissy
Maid, cofia incluida, y haciendo 16 habitaciones al día. Y a poder ser, que
sean de jóvenes europeos desfogándose en el Mediterráneo, para que disfrute de
verdad. Aunque llegados a este punto, yo me conformaría con que simplemente tú
no le votases.
Y claro,
ahora que ha salido lo de votar, (ya lo siento pero no me puedo resistir) que
no va el otro Pablo, el Iglesias, y sus acólitos y se intentan convertir en
abanderados de esta lucha por la dignidad. Que está bien. Que es un detalle.
Pero es que a mí me chirría que quienes nos dicen que pierden las elecciones
porque los pobres no les votan, porque los incultos nos les votan, porque los
camareros no les votan, e incluso tenemos que leer de algunos de sus fieles
seguidores que habría que limitar el derecho al voto a quien pueda acreditar
entendimiento, se quieran arrogar ser la vanguardia de los desarropados. Ya lo siento,
pero la ilustración fue un éxito social, el despotismo ilustrado fue, eso,
despotismo.
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