viernes, 4 de marzo de 2016

Solas

SOLAS
             
            Nadie se puede hacer una idea de cuánto aborrezco a veces tener mis oídos y mis ojos abiertos e intentar ejercer el acto revolucionario de aprender y aprehender. ¡Cuánto mejor se vive en la ignorancia absoluta! Todo resulta más fácil. Es más sencillo leer tú opinión en la prensa que desarrollar argumentos propios, e incluso debe ser aún más simple si no lees la prensa y vives del trabajo a casa, fútbol, cervezas y amigos, pero no lo olvides, que estos últimos sean cómo tú, no se te vaya a colar alguien que te amargue la tarde hablando de chorradas políticas sin sentido. O sea, que no sigas leyendo este post, porque te va a aburrir de sobremanera.

            Lo primero que cualquier persona con un mínimo de interés puede aprender, si se fija a su alrededor, es que la construcción social en la que nos movemos se asienta sobre la base de los privilegios de unos pocos. Deduciremos, sin gran dificultad, que vivimos en un sistema piramidal y que cuanto más arriba de esa pirámide nos encontremos mayores serán nuestros privilegios. Un poco más difícil nos resultará descubrir  que nosotros mismos gozamos de superiores privilegios que otros, supongo que por aquello de que no hay peor enfermedad que la mía. Pero la verdadera dificultad estriba en darse cuenta de que este Sistema piramidal no es fruto del azar o de un ser divino, sino que es una construcción social, algo que, de forma voluntaria o no, mantenemos y generamos entre todos.

            Pero el adhesivo, el cohesivo fundamental que permite que este sistema se mantenga es el miedo. Miedo primario a la represión, a la violencia ejercida por quien tiene el poder. Miedo secundario a perder lo poco que se tiene, la seguridad, tus míseros o grandes privilegios, tus ahorros, tu cierta comodidad. Y el miedo terciario a la anormalidad, a ser apartado del grupo por mostrar divergencias, a ser tratado como un bicho raro, a ser aislado. Y este es el patrón utilizado en todos los sistemas de opresión que conforman el Sistema-Mundo actual.

            Ese miedo requiere ser alimentado, a veces de forma tosca y obvia, otras utilizando la sutileza. Y son las formas sutiles, las que no son fáciles de detectar, las que realmente hacen el trabajo sucio para que nada cambie, y para que todo parezca resultado de la providencia. Centrándonos en el sistema de opresión más viejo y más perfeccionado, el Patriarcado, nos estaríamos refiriendo a los micromachismos que, como explica Luis Bonino, “son las prácticas de dominación masculina cotidianas e imperceptibles que se dan en el orden de lomicro” Y es sobre uno de esos innumerables micromachismos que versa este post.

            Si yo escribiera y describiera en este post a una mujer como un ser frágil, débil que requiere de la protección masculina para estar a salvo de todo mal, cualquiera de los que habéis llegado hasta este punto os daríais cuenta del significado de esa descripción, pero la cosa cambia cuando para hacer esa misma descripción utilizo únicamente la palabra sola. Y sirvan estos dos titulares de ejemplo; “Dos mochileras que viajaban solas son asesinadas en Ecuador” “Más del 50% de los refugiados que viajan por Europa son mujeres solas con sus hijos” Quizás no veas a simple vista machismo alguno en estos titulares, al fin y al cabo parecen descripciones simples de una realidad, pero vamos a hacer un ejercicio sencillo, cambiemos el género del sujeto. ¿Crees que alguien hubiese considerado que dos mochileros viajan solos? ¿Acaso no se hacen compañía el uno al otro? Y qué decir del segundo titular. ¿Te acuerdas de aquel refugiado que paso la frontera húngara con sus hijos y una periodista le puso la zancadilla? Durante varios días aquel hombre se hizo popular e incluso se le acusó de ser miembro de Al Qaeda, pues bien, te animo a que leas los titulares de aquellos días, pero ya te adelanto que en ningún caso se hace referencia a que él viajase solo, lo hacía con sus hijos.


            Aún y todo, después de lo que he reseñado anteriormente, a mí, cómo hombre, hay algo que me aterra aún más, la descripción implícita que del masculino se hace con esos titulares. Esas noticias nos trasmiten que la mujer, de por sí, es débil y está en peligro, cómo lo estaría un cervatillo que tuviera que cruzar un campo lleno de lobos hambrientos. Y la cuestión es, quienes son los lobos que no son otros que nosotros, los hombres. Depredadores hambrientos contra los que cualquier precaución es poca. Si lo ves, si te das cuenta de eso, quizás no todo esté perdido, quizás a partir de ahora no le insistas a tu hija que ande con cuidado, que vigile, que venga pronto, que no provoque, y pondrás todo el celo en educar a tu hijo para que no se convierta en un peligro, para que no sea el predador que desea este Sistema.

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