DELITOS,
JUSTIFICACIONES Y CASTIGOS
No hubo saludo alguno y Maddalen volvió a tomar asiento
dispuesta a tomar notas en su bloc. Tampoco había grabadora a petición de Jon. “Todas nuestras conversaciones van a ser
grabadas, pídalas a Instituciones Penitenciarias” fue su justificación
cuando negociaron las condiciones de las entrevistas vía telefónica. No había
preguntas ni temas vetados. Ni siquiera quería leer nada antes de ser
publicado. “Usted preguntará lo que
quiera, yo responderé lo que me dé la gana, y al final escribirá lo que al
editor le interese, de modo que ahorrémonos discusiones” Tan solo una exigencia taxativa, Maddalen
no podría publicar nada antes de terminar las entrevistas. Ningún artículo de
prensa, ningún adelanto.
Así que allí estaba, sentada frente a quien decían asesino
frío y calculador, terrorista, pero también ideólogo cuyos escritos, cuyos
discursos tenían miles de visualizaciones en la red al minuto de ser
publicados. Creador de pensamiento crítico que había aleccionado a decenas de
miles de fieles, un peligro social, un fenómeno de masas.
-Le recomiendo que no pierda el tiempo, es lo único que usted
no tendrá. A mí, como imaginará, es algo que me sobra aquí dentro, así que,
dispare- Dijo con una sonrisa casi imperceptible dando por iniciada la primera
sesión de la entrevista. 40 minutos de visita, una vez a la semana a excepción
de aquellas semanas que tenga visitas familiares.
-La primera pregunta es
obligada, viendo dónde está ahora ¿De qué se
arrepiente?
De nada. ¿Para qué sirve arrepentirse? Lo hecho, hecho está,
y fue la decisión que tomé en cada instante la que me moldeó como persona.
Fueron esas decisiones y no otras las que me trajeron hasta aquí.- Apenas hacía
inflexiones para tomar aliento. Hablaba sin sobresaltos, pausado, como quien
dicta una lección bien aprendida.
¿Si me arrepiento puedo volver a aquel punto y cambiarlo? No.
Entonces mejor pensar que todos mis actos fueron conscientes y deliberados, y
por tanto la mejor opción posible en ese momento concreto.
-Sin embargo, ha de
reconocer que muchos de sus actos fueron moral, ética y socialmente reprobables,
incluso fuera de la ley…
-Es posible. De hecho es cierto. ¿Pero quiere eso decir que
estaba equivocado? Yo creo que no, simplemente ciertos comportamientos, ciertas
acciones, no se enmarcaban en los estándares formalmente establecidos.
Estándares con los que se puede disentir, o estar de acuerdo, pero que en todo
caso no se deberían aplicar como normas jamás. Mire, la vida es flexible,
fluye, cambia, gira, y ante eso colocamos barreras a los costados en forma de
leyes, normas, reglamentos con la intención de llevarnos en una dirección, pero
la vida es un auto descontrolado.
Usted se pasa la vida tomando decisiones, y esas decisiones
irremediablemente le llevarán a los arcenes de lo establecido en cientos de
ocasiones, y en muchas traspasará las delgadas líneas de lo teóricamente
correcto, a veces de manera inconsciente, otras de forma totalmente consciente,
pero siempre dentro de un contexto; su vida. Pero esas líneas; las normas, las
leyes, etc. no contextualizan, no tienen en cuenta la vida, aquello que nos
rodea. Yo soy yo y mis circunstancias, que, a pesar de que la filosofía ya no
esté en el currículo académico, es uno de los axiomas más acertados con los que
me he topado.
-¿Quiere decirme que en
función de la situación una persona podría saltarse la Ley y cometer un crimen,
digamos, un asesinato?
-Sí, claro. No es que pueda, es que lo hacemos a diario. Es
nuestra situación la que nos empuja a tomar decisiones, y esas pueden ser
enamorarnos, -por primera vez su mirada se cruzó con la Maddalen.- trabajar en
este o aquel medio de comunicación, venir a entrevistar a un terrorista con
falda o con pantalón, o asesinar a nuestro vecino.
-O sea, me está
diciendo que según las circunstancias en las que se cometa un asesinato puede
estar justificado…
-Pero no me sea ingenua, ¡Claro qué está justificado! ¡Siempre
está justificado! -Su voz, que había sonado pausada en todo momento, se elevó
un tanto, para recuperar la compostura casi al instante- Lo que a usted pueda parecerle la mayor
atrocidad jamás cometida…
El Holocausto Nazi, por ejemplo…
El Holocausto Nazi estuvo justificado. Hitler y sus locos
secuaces crearon toda una justificación para su locura. Y la justificación
existe. Lo que no podemos decir es que el resto de la humanidad comparta esa
justificación. Es más, para una gran mayoría de la humanidad esa justificación
nos parece tan execrable como los propios hechos. Por cuanto es la
justificación la que de algún modo permite llevar a cabo ese genocidio, yo
diría que es aún más abominable.
El problema radica en que hemos perdido la capacidad del lenguaje.
Hablamos, escribimos, pero no analizamos lo que decimos. De esa forma nos
perdemos los matices cuando son estos matices los que nos permiten analizar los
hechos de forma concluyente.
Usted cuando habla de justificación en realidad quiere hablar
de motivos exculpatorios, porque en el fondo ha asumido que algo que está
justificado es algo que tiene una razón de ser y por tanto tiene que ser legal,
moral y ético. Así habla el poder, y nos convence con informes, documentos,
análisis, estudios, todo lo que sea necesario para crear una justificación
contundente.
Por tanto, lo que yo digo es que todo acto tiene
justificación, no que dicho acto sea o no sea reprobable moral, ética o
socialmente, digo que siempre, en la totalidad de los casos un acto está
justificado, incluso el asesinato de tu vecino.
-Entonces, resumiendo,
no se arrepiente de ninguno de sus actos pasados de lo que podemos deducir que,
si no hay arrepentimiento, tampoco pedirá perdón por las consecuencias de esos
actos…
-Tire con fuerza un plato contra el suelo. ¿Qué ocurre? Lo
normal es que se rompa, ¿no? Ahora pídale perdón. ¿Se ha arreglado? ¿Se ha
recompuesto?
Si algo de lo que has hecho ha provocado algún daño no
deseado no pidas perdón, actúa y trabaja para su reparación. Por supuesto,
reparar algo dañado es mucho más complicado que pronunciar la palabra perdón,
pero infinitamente más efectivo. Y no pretendo entrar en las connotaciones
judeo-cristianas del término aunque esa moral, esa teoría lo inunde todo,
incluida ésta entrevista. Pecado, arrepentimiento y perdón… y ya, dicho sea de
paso, la imposición de penitencia que, cómo puede observar, soporto
estoicamente. –La risa abierta que siguió a esas palabras sorprendió a la
periodista.
-Pero esa penitencia
que usted dice es resultado de sus acciones pasadas
- Usted no escucha. – Mientras lo decía, en su rostro se
dibujó una sonrisa condescendiente- Claro
que en parte es resultado de mis acciones, pero no olvide otros factores,
leyes, reglas, jueces… política. Las mismas acciones no tienen siempre los
mismos resultados.
De todos modos son muchas preguntas circulares para una sola
respuesta. La cuestión, como le he dicho, es que no reniego de lo realizado, no
me arrepiento porque simplemente, y mientras nadie me demuestre que se puede
viajar en el tiempo, no se puede cambiar lo realizado.
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