AHORA NO TOCA
Cada vez que en una sesuda asamblea, reunión directiva,… etc.
alguien rechaza algún debate con un sonoro “ahora no toca” no muere un gatito,
pero al cabo de un tiempo se demuestra que lo pagamos todas. Para las que
tenéis la suerte de no conocerme, os cuento que mi primeros pasos militantes
los di con 15, 16 años en un movimiento anticarcelario. Cruz Negra Anarquista
para más señas. Las razones eran muchas, y con el tiempo han ido aumentando,
sin embargo, el movimiento anticarcelario en lugar de fortalecerse ha ido
menguando, y su discurso, ya marginal entonces, es ahora casi mera anécdota.
Con el tiempo, los años, la vida, mis intereses, mis
convicciones, mis reivindicaciones se fueron ensanchando. He tropezado, he
caído, me he levantado, pero siempre he intentado seguir avanzando.
Retrocediendo según algunos. No seré yo quien diga que están equivocados. Eso
sí, en todo este tiempo no he olvidado ni una sola noche a las decenas de miles
de personas que duermen en una celda, ocultos como se oculta la basura debajo
de una alfombra.
Ese, no olvidar jamás a las personas presas, me ha hecho
presentar la lucha anticarcelaria como un eje prioritario allá donde he tenido
voz, y siempre, o casi siempre, la respuesta obtenida ha sido, en el mejor de
los casos, la misma; “hoy no toca”. De las personas presas sólo nos acordamos
si son “nuestras”. Del modelo penitenciario sólo si nos atañe de manera directa.
Y entonces llegó la derecha otra vez. Sangre, vísceras calientes,
prime time, políticos revolcándose en la piara, y perdónenme los cerdos. Y nos
encontramos con turbas en la calle pidiendo la ejecución pública. No me lo
invento, pasa en Almería. Hay que reconocer a la derecha que cambió uniformes
por trajes italianos, que controla eso de la comunicación. Y dicen las
encuestas que el 80% de las personas apoyan la cadena perpetua, miedo me da que
se pregunte por la recuperación del garrote vil. Un 80% no es sólo la derecha.
Un 80% significa que mucha gente que se dice de izquierdas también lo ve.
Pánico.
Llegado este momento uno espera que al menos se abra el
debate y que, sin complejos, seamos capaces de articular una respuesta seria y
pedagógica, con vista, no sólo a no perder esta batalla, sino en presentar
nuestra próxima batalla. Pero no, vuelvo a pecar de ingenuo, vuelvo a sentirme adolescente,
lo único que veo, cuando no el silencio, son críticas tibias a la cadena
perpetua y a la utilización comunicativa y política de las vísceras. Porque hoy
tampoco toca, hoy hay que defender lo existente. Y así vamos tragando, y vamos
poniendo la barricada un paso más atrás cada vez. Difícil contraatacar cuando
todo el equipo defiende debajo de los tres palos.
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