SOBRE FRONTERAS Y DINERO
Existe
una pequeña mariposa en la menguante campiña inglesa que se encuentra en serio
peligro de extinción. El bello insecto, imagen romántica de la primavera, tiene
un problema serio, no es capaz de recorrer más de dos metros por una zona en la
que no existan arbustos y arbolados, de forma que esta linda mariposilla ante
el avance de los cultivos y, sobre todo, de las infraestructuras viarias ha
forzado a dicha mariposa a la endogamia y la extinción. El ser humano plagó el
monte de muros y caminos tratando de poner puertas al campo, y esas fronteras
han sido la tumba de la especie.
Por
desgracia, el gusto humano por las fronteras y los muros no se detiene, y
aunque celebramos todos los años la caída de aquel muro que separaba física y conceptualmente
dos mundos antagónicos, ahora se multiplican otros que separan, no ya mundos,
sino clases. Muros que ahogan a palestinos en Gaza, que separan sudamericanos
con yankees, que empujan a la muerte y el sufrimiento a africanos y asiáticas
en las puertas de Europa. Porque hay que defender las fronteras, porque la
Europa cristiana mantiene aquello de “cada
uno en su casa y Dios en la de todos” Porque aunque dicen que “el fin de la historia” ya ha llegado y
la lucha de clases no existe, día a día remarcan esas clases y deciden quién es
persona y quien, quien no es más que barro, sangre y huesos que pueden pudrirse
de hambre, de frio o ahogados en el Mediterráneo.
Pero
Europa es, además, el mejor ejemplo de la hipocresía. La Unión Europea, nos
venden, es un sueño para eliminar las fronteras entre los pueblos. Pero las
fronteras exteriores se llenan de concertinas y muros, y se pone en cuestión
todos los días el espacio Schengen. Y es que Europa nunca tuvo un objetivo
humanista, su alma siempre tuvo el color del dinero. Con esa idea, la de
facilitar la circulación del dinero, se firmó el primer acuerdo, la Comunidad
Europea del Carbón y el Acero, a la que siguió la Comunidad ECONÓMICA Europea.
Y es que la Europa Cristiana no ha perdido sus señas de identidad sólo ha
cambiado la imagen de su Dios, y a Dios no se le puede poner fronteras. “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”.
Liberales en lo económico, conservadores en la defensa de la moral,
clasistas en lo social, ésta no es mi Europa.
Dios
no tiene fronteras, ni los dólares, ni los euros encuentran obstáculos, y
fluyen, fluyen de las plusvalías de la clase trabajadora a las manos, bolsillos
y cuentas, y lo hacen sin límites. De esta forma la acumulación se dispara, la
pobreza se agiganta, y 62 personas acumulan lo mismo que 3500 millones. Las
pocas herramientas de reparto de esa riqueza, los impuestos, son burlados día
sí y día también. Y en el mundo surgen paraísos, pero allí no comen juntos el
león y el venado, sólo amasan su fortuna los buitres, y hoy es Panamá, mañana
Seychelles, Andorra, Luxemburgo, Nevada, Caimán... Tengo derecho a indignarme,
tengo derecho a cabrearme, pero sobre todo, tenemos la obligación de luchar, de
no callar. El problema no son los nombres, las personas que salen de tanto en
cuanto en alguna bomba informativa, a esas habrá que juzgarlas, el problema es
doble, se llama Capitalismo, y son culpables de este genocidio económico
quienes lo defienden, pero son también culpables quienes callan. No nos
morimos, nos matan, y seremos muertos silenciosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario