¡QUIERO MI PIJAMA!
Una Odisea postmoderna
Quizá
sea el frío, la calefacción o los nervios, pero últimamente he de reconocer que
me cuesta dormir y me levanto cómo si una Unidad de antidisturbios hubiera
estado defendiendo la Democracia en mi cuerpo. Sin embargo, haciendo bueno el
refrán, hoy me siento consolado al descubrir que no es un mal extraño el que
padezco, sino que, al parecer, afecta a una gran parte de la población en el
Reino de Talión o España, como ustedes prefieran. Mi descubrimiento, como todo
aquel descubrimiento importante, ha sido producto de una buena dosis de
casualidad.
Cansado
de descansar mal he decidido cambiar mis hábitos de dormir con dos gotas de
Channel y apostar por cubrir mis indecorosas lorzas con algo tan banal como un
pijama. Dicho y hecho mi primera decisión del día ha sido lanzarme a la compra
de tal prenda y he bajado a la primera mercería que he encontrado. (Labor
complicada desde la proliferación de centros comerciales en esta nuestra
capital artificial)
-Buenos días, quería comprar un pijama....- dije con
mi timidez habitual, casi pidiendo permiso por robar el silencio a la amable
dependienta que devolviéndome una bonita sonrisa de mujer madura desató una
proverbial verborrea para explicarme que si buscaba “el pijama de la Esteban” ella no lo tenía en la
tienda, y que aunque había pedido a fábrica le habían dicho que tardarían, que
los pedidos se acumulaban.
Sorprendido
y anonadado por tal cantidad de datos, cotilleos sobre el por qué de aquel
desabastecimiento bolivariano de pijamas de leopardo rosas olvidé mis intereses
propios y me disculpé abandonando la tienda.
Tal
ha sido la preocupación que me ha asaltado que raudo y veloz me he puesto a
teclear en el ordenador para calmar mi frustración. ¡Esto es el acabose! ¡El
fin del mundo! ¡El apocalipsis! España se rompe. Desabastecimiento de pijamas
en pleno invierno provocará la mayor crisis que haya conocido el otrora
Imperio. La impecable capacidad de gestión del Gobierno Popular puesta en
entredicho al no saber prever que la aparición en pantalla de la Princesa del
Pueblo en un programa cultural de tal nivel como GH Vip podría desatar la
euforia y la necesidad consumista del populacho.
Todavía
ahora, con la frente sudorosa no entiendo como no se ha declarado estado de
emergencia nacional, que no importan las pensiones, ni los salarios, ni la
cadena perpetua, ni que la infancia pase hambre, ni que nos lleven a la ruina,
España es un país moderno que no puede permitir que su estado de derecho
flaquee de esta manera. ¡Queremos pijamas ya!
DIOS QUE TROPA
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