CERILLAS Y GASOLINA
Sin
duda el título de hoy podría servir para nombrar alguna canción de reggeton,
pero a ti, avispada lectora, o lector, no se te pasa que no van por ahí los
derroteros de esta post. No, esta es la fábula de la cerilla y la gasolina, esa
que tiene como protagonista a un inefable Alcalde de ciudad media y a su
escudero, el Diputado General, secundario con ínfulas. Personajes singulares
sin duda.
Vividores
de extraño pasado que tan pronto viajan con cien mil euros cual calderilla en
el bolsillo, como firman contratos de arrendamiento de “a duro las cuatro
pesetas” para el arrendador, suponemos que por devoción a San Antonio. De
linaje derechoso, marca su blasón una gaviota, o albatros, sobrevolando campo
azul. Linaje de rancio abolengo desde antiguos Ministros de Gobernación e
inauguraciones de pantanos, donde la corrupción es un don y no una traición.
Caballero
y Escudero viéndose perdidos y derrotados por hordas de ciudadanos descontentos
con su servil actuación frente a Madrid y su inacción de gobierno que ha
situado Álava como líder en paro, y ha desatendido las necesidades de sus
conciudadanos, al grito de “Voto a Bríos” decidieron iniciar una Cruzada contra
los “de allí” alimentando las vísceras de los “de aquí”. Seres mitológicos
ambos ya que uno o una es de donde vive, pues ahí está su sustento, y quién hoy
enarbola la bandera de los “de aquí” mañana puede ser migrante en Alemania,
Suiza o Ecuador.
Sin
embargo pareciera que les salió bien la jugada, y mesnadas de “miserables” abrazaron
el credo de las Cruzadas dispuestos a descuartizar las almas de quienes aún son
más “miserables” que ellos. Creyéndose todos a un tiempo Jean Valjean y Javert
olvidaron a los grandes ladrones y atacaron en manada a los más débiles
adversarios, a quienes no defienden corazas ni ejércitos. Y la Historia nos ha
demostrado, a lo largo de miles de años, que cuando se entrega un arma, ésta,
siempre busca la sangre.
Nuestros
protagonistas viéndose a lomos de briosos corceles, desempolvaron armaduras y siguieron
regando el odio con gasolina, quizá unos votos más les permitieran salir del
fango, volver a la contienda y quien sabe si retener el castillo y villa de
Gasteiz. La gasolina es barata y encuentran en “El Correo” la refinería
perfecta. Todo marcha viento en popa aunque la Oposición les acorrale, aunque
los movimientos sociales les critiquen, Ellos caminan hacia el Oeste, “Mas
madera” es su lema.
Pero
la gasolina es altamente inflamable, y el fuego, ya se sabe, no es fácil de
controlar cuanto es desbocado. Basta una cerilla y estará todo preparado. Las
chispas por la ciudad hace tiempo que se iniciaron, y el ambiente se caldea por
momentos. Sin embargo, nuestros intrépidos protagonistas no cejan en su empeño,
e interpelados por las primeras agresiones responden al unísono, ¡Nosotros no
somos culpables! ¿Acaso repartimos las cerillas? Y se recuestan en sus tronos a
tocar la Lira para observar como arde Roma y sortear culpabilidades entre los
cristianos.
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