¿DÓNDE ESTABAS AYER?
Si de
algo he podido presumir a lo largo de mi vida ha sido de tener una imaginación
desbordante para soñar historias, mundos imaginarios, épocas futuras, pero
sobre todo, capacidad para soñar con el pasado. Porque, ¿Quién no se ha imaginado
alguna vez siendo el General Custer después de ver una peli de vaqueros? ¿Ser
el héroe de una aventura trepidante en la edad media? Barbarroja surcando los
mares del sur, Julio Cesar conquistando la Galia, y tantas y tantas otras
buenas historias.
Hoy,
recién pasada la resaca de nochevieja, cuando, quien más o quien menos, hicimos
nuestras prospecciones hacia el futuro, deseándonos un futuro mejor, un año de
bondades, de deseos cumplidos, hoy, precisamente hoy, yo os propongo un nuevo
viaje al pasado. Me gustaría poder transportaros con mis palabras a otros
tiempos, a otros momentos y lugares históricos, donde se desarrollaron grandes
acontecimientos, donde nacieron mitos, banderas, batallas, victorias y
derrotados, muertos, e ídolos. Pero no, no viajaremos a la coronación de
Napoleón, ni a la caída de Alfonso XIII, ni veremos caer el muro de Berlín,
pretendo llevaros un poco más allá, al día anterior a que todo eso ocurriese,
al ayer.
Todas
nosotras hemos podido ver cientos, miles de imágenes del pueblo español
echándose a la calle a celebrar la huida de Alfonso XIII y el inicio de la II
República un 14 de Abril. Banderitas tricolores en las manos y los balcones
consistoriales, pero, ¿Qué hizo toda esa gente el día anterior, el 13 de abril?
Acaso estarían todos conspirando, encerrados en la oscuridad, con planos
extendidos en mesas llenas de cigarrillos humeantes y botellas de vino rancio.
Hombres sin afeitar, nerviosos planificando el advenimiento de la República.
No, no parece probable. Es más, las crónicas de los días anteriores a ese 14 de
abril no recogen siquiera grandes movilizaciones, de forma que ese hombre que
tantas veces hemos visto encaramado a una farola en la Puerta del Sol, vestido
de época, con su sombrero de ala plana, enarbolando la tricolor, probablemente
el 13 de abril se levantó como cualquier otro día, fue a su trabajo después de
tomar un sol y sombra en un café cualquiera, seguramente despotricó largo y
tendido sobre el Gobierno, sobre el Rey y sobre su jefe, y regresó a casa con
la rutina tediosa de un día primaveral en Madrid.
La
estampa que acabo de imaginar es trasladable a cuantos momentos históricos
podamos soñar. ¿Cuántos obreros serían conscientes el 17 de julio de 1936 que
solo dos días mas tarde tendrían que salir a la calle “naranjero” en mano a
luchar contra el fascismo? ¿Y el 13 de julio de 1789, eran las calles de Paris
un hervidero de barricadas, de preparativos para tomar la Bastilla?
Habrá
quién diga que sí, que el pueblo ya estaba preparado, que era un clamor
popular, que todo el mundo dormía con un arma bajo la almohada. Pero lo cierto,
es que el día anterior a un gran estallido social, a una revolución solo una
minoría es consciente de lo que ocurrirá al día siguiente, y esa es mi
esperanza para el año que acabamos de comenzar, que el descontento
generalizado, que la necesidad de regeneración, de revolución, latente en esta
sociedad estalle, y que hoy solo sea ayer, el día antes, cuando nada hace
presagiar que mañana será un amanecer histórico que las cámaras inmortalizarán.
Y ese mañana puede desencadenarse en cualquier momento, en cualquier lugar, en
cualquier lucha, y ahí, junto a los nadie, a los que llenan las páginas de la
historia en su anonimato, ahí quiero estar ayer.
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