ELVIS NO NACIÓ EN EL
CLOT
Menos mal. Porque si aquel transportista de rasgos añiñados,
nacido en la pequeña ciudad de Tupelo, en lugar de entrar a grabar en
Sun-Records en 1954, llega a entrar en Hispavox, su carrera hubiera finalizado
en 1958, cuando hizo su primer alegato militarista al ser alistado para
participar en la Guerra de Corea. Porque sí, porque creo que nadie en su sano
juicio negará que Elvis Aaron Presley ha sido, y es, uno de los cantantes más
influyentes de la música anglo-sajona, pero como persona dejaba mucho que
desear. Belicista, conservador hasta las trancas, homófobo, machista, prototipo
capitalista… una joya. Ahora bien, negar que “Love me tender” “In the ghetto” “Jailhouse Rock” “Hound dog” y
tantas y tantas otras no son grandes canciones, por el simple hecho de que el
señor Elvis Aaron Presley fuera una persona de dudable honorabilidad…
Pero Elvis, por suerte, no nació en el Clot barcelonés, ni en
Granada, ni siquiera en Madrid. En estos lares su carrera se hubiera ninguneado
la primera vez que abriera la boca fuera de un escenario. Es el deporte
preferido, la lapidación. Y aquí no hay distinción entre izquierdas y derechas,
simplemente, en función de esa ideología, el objetivo de las piedras serán unos
u otros artistas. Incluso, sin necesidad de ideología, simplemente basta con
que este o aquella artista tenga la ocurrencia de evolucionar y cambiar su
estilo. “Semos así”.
Yo conocí al Jose María Sanz, “Loquillo”, allá por 1996, en
la sala Zeleste de Barna. Junto a los colegas de Correcaminos, un grupo
Rockabilly de Iruña, me desplacé a la Ciudad Condal para ver a uno de los 4
hombres del millón de dólares, Carl Perkins. Mientras en el escenario sonaban
The Ascetics teloneando a capella al hombre de los zapatos de gamuza azul, en
la sala hicieron su aparición el Loco y Carlos Segarra. Fue mi primera y última
gran decepción. Tenía frente a mí a los que eran mis dos grandes ídolos
musicales de la época, y tuve la oportunidad de charlar con ellos. Bueno, en
realidad no, en realidad sólo pudimos hablar con Carlos Segarra. El líder de
los Rebeldes, con infinita paciencia nos permitió invitarle a una birra, y
estuvimos charlando animadamente un buen rato. El gran Carlitos hasta nos
sorprendió con sus pequeños conocimientos de euskera. Pero el Loco era de otra
pasta. Ni nos miró. Al ver que su compañero se quedaba hablando con nosotros, él
se agachó para comentar algo a Segarra y desapareció entre el público para
subir a la sala VIP de la que no volvió a salir. Sería muy prepotente por mi
parte pensar que aquel breve encuentro me permite valorar o juzgar a la
persona, sin embargo, para mí fue un auténtico “palo” aquel, para mí, desprecio
recibido, y cayó un ídolo, y me dí cuenta que todo ídolo tiene pies de barro.
“El Loco” es “el Loco”. Siempre ha sido así. Claro y conciso,
y al que le guste bien y al que no, puerta. Su forma de pensar ha ido
cambiando, y en mi opinión, siempre a peor. De ser aquel chico de barrio que se
enorgullecía de sus raíces, de su padre represaliado por su militancia
anarquista, a hacer manitas con Rivera y sus C´s. Le empecé a perder respeto
como persona a mediados de los 90, pero qué quieren que les diga, la mayoría de
sus discos siguen conteniendo himnos de mi juventud. El mar rompía en “el
rompeolas” hasta en los bares más punk y alternativos. El “A por ellos que son pocos y
cobardes” fue la banda sonora de toda una generación, incluso de aquellos que
ahora lo niegan, porque mola negarlo. Porque el hombre, la persona, patina y se
equivoca, y jamás tendría mi voto si diese el salto a la política. Y si fuera
político le combatiría, pero no, de momento al menos, el “Loco” es cantante de
Rock and Roll. Un cantante mediocre que como dice un buen amigo, es el único
que es capaz de dar un concierto en el filo del “gallo” sin llegar a desafinar,
pero que supo rodearse siempre de grandes músicos y compositores. Un cantante
que fue pose y actitud. Un cantante que no ha de gustar a todas las personas,
pero que nadie podrá, o nadie debería poder poner en duda sus éxitos musicales.
Por todo ello, yo respeto a quien critica a Jose María Sanz
por sus continuas salidas de tiesto. Es más, seguramente apoye todas esas
críticas. Pero no puedo soportar a quien, por esas salidas de tiesto, aprovecha
para criticar y ningunear la carrera musical de Loquillo. Yo por mi parte os
aseguro que seguiré saliendo a bailar cada vez que suenen los primeros compases
de “Jailhouse Rock” por mucho que Elvis fuera un imperialista Yankee, machista,
retrógrado y homófobo.
PD: Cómo cantaban "Bulldog" "No hay ningún ritmo en especial, que me provoque para bailar, pero si ponen un buen R&R, los pies se me disparan y ya pierdo el control" Por desgracia soy consciente de que en los últimos tiempos en "la escena Rocker" abundan los fascistas. Gente sin cerebro que asocian el Rock and Roll con la época dorada del machismo que fue la década de los 50 en los USA. Gente que se queda con la simbología más racista de la bandera sureña. Pero en esa escena también me consta que hay gentes de diferentes posturas. Y no me olvidaré jamás de Wanda Jackson, Chuck Berry, Johnny Cash, The Supremes, Little Richard... porque en el R&R tienen cabida todas, y a mi me siguen bailando los pies.
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