SOCIEDAD
O CARIDAD
Decía
Francis Fukuyama en 1989 que el fin de la historia ha llegado. Cómo línea
fundamental para su argumentación venía a decirnos que la victoria de las
democracias liberales frente al bloque soviético iba a significar el fin de las
luchas entre clases porque el liberalismo había terminado con la existencia de
las clases sociales. Sin embargo, a nadie se le escapará que en realidad, en
este modelo neoliberal en el que subsistimos, no sólo no han desaparecido las
clases sino que se han multiplicado, llegando al punto de que el propio YO, el
individuo, se ha convertido en su propia Clase.
El individualismo liberal y neoliberal ha terminado con
la lucha de clases, sí, pero no con las clases. Asistimos a un mundo cada vez
más fragmentado, con un 1% de la población mundial acumulando el 50% de los
recursos mundiales, pero las guerras por las migajas entre el 99% restante les
permite disfrutar del banquete infinito apareciendo incluso como los grandes
benefactores mundiales. Así no es difícil comprender que un solo hombre, el Sr.
Amancio Ortega, que acumula una fortuna total superior a los 80.000 millones de
€ (encontrar a la primera mujer en la lista de grandes fortunas les costará un
rato, pero tranquilos, el Patriarcado tampoco existe) sea idolatrado por donar
17 millones a la Sanidad Pública galega, mientras, si existiese una fiscalidad
verdaderamente redistributiva, este “señor” debería pagar por su indecente
acumulación más de 500 millones anuales de los que hoy en día paga 0.
Ejemplos como el del potentado dueño y señor del Imperio
Inditex deberían colocarnos en la disyuntiva del debate que da título a este
post, lo que nos debería llevar irremediablemente a decirle al señor Fukuyama
que se equivocaba, su “Fin de la Historia” no es el fin de las clases, sino el
fin de la sociedad.
El ser humano es un ser social, y necesitamos de esa
sociedad para sobrevivir, pero la sociedad es, por definición, colaboración,
relaciones sociales entre sus miembros. El modelo capitalista, esas democracias
liberales que citaba Fukuyama, genera, por contra, un sistema de castas que
permite la exclusión de miembros de la sociedad. La pobreza es la mayor
epidemia actual, y al igual que en la edad media se expulsaba de las ciudades a
los leprosos, en la actualidad se expulsa a los pobres del Sistema. Pero además
se condena a la pobreza a quienes no son rentables para el mismo.
Con estos mimbres, con un mundo globalizado donde el
liberalismo avanza sin apenas resistencia, lo público tiene los días contados.
Ni la educación ni la sanidad garantizadas son prioridad y mucho menos los
Servicios Sociales. El que pueda que se lo pague. Ese es el camino en la
sociedad del YO. Ante esa realidad, es obligación de todas las personas que
creemos en un mundo social, (socialista) cuestionarnos si creemos que debe ser
un derecho universal el acceso a todos los recursos básicos para todas las
personas, y si lo creemos así, enfrentarnos y presentar batalla en todos los
frentes contra la caridad, el modelo asistencial de leproserías para la
pobreza. No hay medias tintas, es la guerra, y vamos perdiendo.