TITIRITEROS ENTRE REJAS
“Y
hay tanta libertad que no se puede respirar” gritaba Evaristo, y así nos
asfixiamos todos, intoxicados por los medios y nuestra misma indiferencia. Dos
titiriteros pasados por el TOP en menos que canta un gallo, y si el gallo se
libra de la pepitoria será por la indiferencia que produce quien grita sin
dirigir sus cantos. Pero ¡ay de quien ose utilizar su voz para la crítica, la
sátira, la ironía! ¡Ay de quien se atreva a molestar a quien gobierna!
Estoy
convencido de que los dos pobres titiriteros jamás imaginaron que su fama
llegaría de tal modo, pero estaban en el lugar equivocado en el momento justo.
No es que no fueran conscientes del entorno en el que les ha tocado vivir. No,
la propia obra así lo atestigua. No eran incautos que creyesen que vivimos en
un Estado de Derecho, y por eso su obra denunciaba la hipocresía y malas artes
del Reino de Desecho. Lo hacían con mayor o menor acierto, no lo sé, no tengo
fundamentos para juzgar el nivel de la obra, pero lo hacían con convencimiento.
Y así, el Estado da un nuevo paso en su ostentación inmunda.
Ahora,
voces que antes callaban, gritan ofendidas, otros, los más, siguen con sus ojos
vendados deseando que alguien calle las voces agraviantes, sea como sea,
llevándose la verdad por delante si fuera necesario. Ahora que dos titiriteros
comprueban en su cuerpo lo que son leyes de excepción, lo que significan
términos tan imprecisos como “enaltecimiento”, algunos se indignan, pero los
más sólo creen que han sido mal utilizados esta vez. No cuando se detiene a
políticos vascos, gallegos, no cuando se detiene a sindicalistas del SAT, no
cuando se detiene a anarquistas, sólo hoy, sólo en este caso. No nos engañemos,
mañana todo seguirá igual.
La
putrefacción de este Estado es tal que ya nos hemos acostumbrado. Nuestras
pituitarias ya no diferencian matices dentro de tanto hedor. ¿Cómo sino
explicarnos que ante tanta corrupción sean los corruptos quienes tienen mayor expectativa
de voto? ¿Cómo entender sino que el Estado pueda encerrar a dos simples
titiriteros y no ardan las calles, no clamemos al cielo? Porque el poder del
enemigo parte de sus aliados entre los nuestros. Y aliados peligrosos son
aquellos que, teniendo cierto poder, vendiendo querer cambiar, traicionan a los
suyos por temor. Si miedo dan los fascistas, aún más miedo dan quienes, como el
Ayuntamiento de Madrid, en lugar de combatirlos prefieren no enfrentarlos y
ofrecer sacrificios rituales a las bestias esperando así que calmen su
insaciable apetito.
Todo
alrededor de estas detenciones destila pestilencia, y no soporta comparación
alguna con otras actuaciones. Están fuera de toda lógica, ni excusa alguna
podrá justificarlas. No se trata por tanto de buscar matices, ni exculpatorios,
simplemente aceptar la realidad, vivimos en un Estado que no permite disidencia
de ningún tipo, y todos los que en él nos encontramos somos gallinas preparadas
para ser cocinadas y nuestra libertad, esa que tanto cacareamos tener, sólo nos
permite elegir la salsa en la que seremos degustadas. Bon appetit.
PD:. No deja de ser irónico que unos titiriteros
puedan ser detenidos por marionetas.
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