HURTANDO URNAS
En estos
días inciertos en que vivir es un arte 1 y sobrevivir una realidad,
días en los que las utopías parecen alejarse y en los que la mínima rebeldía
es, en sí misma, un acto revolucionario, días en los que el miedo nos atenaza a
nuestro sillón, al mismo que antes lo hiciera la falsa comodidad del Estado del
Bienestar, ahora, en estos días es cuando a los poderes económicos, financieros
y políticos se les ve mejor las costuras.
El
Capitalismo, ese sistema infame, genocida y asesino que dirige nuestros
destinos, es un monstruo de pies de barro, endeble, y que vive sus días al
borde infinito de la autodestrucción, y quienes “hiperviven” con sus cuentas en
las Caimán, en Suiza o en Luxemburgo son conscientes de esa realidad. Sin embargo
a ellos no les atenaza el miedo ni les tiembla el pulso a la hora de poner en
marcha todas y cada una de las medidas que consideren necesarias para
salvaguardar la desigualdad que les permite sentarse sobre nuestros vacíos
cráneos.
Cuento a veces la parábola del diplodocus: el animal más fuerte y menos
atacable de la tierra crecía y crecía, y tenía que alimentarse de las hierbas y
los árboles; la fauna herbívora se fue agotando. Y el diplodocus ya tenía que
comer las 24 horas del día, incluso dormido; hubo un momento en que necesitaba
más y más horas para alimentarse, pero ya no había más en el día. El que más se
comía todo, lo suyo y lo de los demás, murió de hambre por falta de tiempo para
comer más. Y en esas estamos.
Retiradas las máscaras quedan
al descubierto los putrefactos rostros de los asesinos, y las guerras
imperialistas copan el mapamundi, llamando a las puertas de la vieja y
decrépita Europa.
Mapa de Guerras y Conflictos en el Mundo, del Programa de Datos sobre conflictos de la Universidad de Uppsala
La burguesía, tal y como
decía Durruti a principios del siglo XX, desempolva el fascismo para defender
sus posiciones, y la ya de por sí decadente Timocracia occidental se convierte
en un estorbo para los planes expansionistas y controladores del Imperio
Económico, de forma que de unos años a esta parte se han ido creando organismos
que actúan fuera de cualquier lógica electoral (FMI, Banco Mundial... etc) y
que son en realidad los directores de toda esta sinfonía desafinada.
Las urnas, tantas veces
vilipendiadas por quien escribe y firma este artículo, de pronto se han
convertido en un estorbo para quienes parecían controlarlas, y así, día tras
día son hurtadas a la ciudadanía sin ningún complejo, de forma que parecieran
reconvertirse en bombas. La Democracia formal, insuficiente, e incontrolada por
el pueblo, ahora es también una molestia en tanto en cuanto se permite ser
altavoz del descontento popular. Así, sin empacho se considera ilegal pulsar la
voz del pueblo para decidir como en Catalunya, o se reforma la Ley Electoral
para facilitar la alternancia como en tiempos de Cánovas y Sagasta.
No es la primera vez que lo
digo y que hago mías las palabras de Rosa Luxemburgo, Socialismo o Barbarie,
pero es que hoy esta simple dicotomía es una realidad palpable y palmaria.
Democracia, poder al pueblo, o esclavitud, pobreza y desigualdad. No hay término
medio. No valen templanzas ni equidistancias. Hemos de recuperar las urnas
aunque ese no sea nuestro destino, sino, simplemente el inicio de un cambio
estructural mucho más amplio. Recuperar las urnas para la ruptura. Recuperar
las urnas como armamento para reconocer y reconocernos en una mayoría dispuesta
a revolucionar la vida, a seguir avanzando. Porque las urnas, si algo han de
tener de bueno es la posibilidad, no de gobernar, sino de sentirnos parte, de
saber que no estamos solos, que somos miles, millones, que somos Océano, que
somos mayoría y que vamos ¡A por ellos, que son pocos y cobardes!2
1 Título del disco homónimo de Celtas Cortos 1996
2Titulo del disco homónimo de Loquillo y Trogloditas 1989
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